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5.09.23

Vade Retro, Satanás

«Apártate de mí, Satanás, porque tú piensas corno los hombres, no como Dios», así le dice el Señor a Pedro.

Lectura del libro de Jeremías (20,7-9):
Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste. Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí. Siempre que hablo tengo que gritar: «Violencia», proclamando: «Destrucción.» La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día. Me dije: «No me acordaré de Él, no hablaré más en su nombre»; pero ella era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía.

Tantas veces le he dicho al Señor que no seguiría escribiendo… Que no vale la pena. Que nadie hace caso, nadie escucha… Que soy insignificante. Que habrá otros más importantes, más prestigiosos, con más formación… Me dije: «no me acordaré de Él, no hablaré en su nombre… pero Dios es como un fuego ardiente en las entrañas que no se puede contener…».

Ese fuego ardiente que no me deja… es el que me ha llevado a declararles la guerra a los enemigos de Cristo, tanto a los paganos sindiós como a los herejes y apóstatas de la nueva religión del Maligno: la del nuevo paradigma, la iglesia modernista, liberal, masónica; la del Imagine de Lennon, la del Nuevo Orden Mundial del Anticristo.

No gano más que desprecios y humillaciones pero no tengo nada que perder. Así que «hágase tu voluntad». Aunque no entiendo por qué yo, que no valgo nada…

Pero vamos a la batalla y dejémonos de autorreferencialidades que no vienen al caso. Vamos al asunto:

El Papa pide «poner fin a la guerra sin sentido contra nuestra casa común, que es una terrible guerra mundial»

Dice el Papa que «es necesario estar junto a las víctimas de la injusticia ambiental y climática, esforzándonos por poner fin a la guerra sin sentido contra nuestra casa común, que es una terrible guerra mundial».

Los años no perdonan… y la ideología tampoco.

¿Qué guerra mundial contra la casa común? ¿Quiénes son las víctimas de la injusticia climática? El Papa cae en la dialéctica marxista. Nada que deba extrañarnos a estas alturas. Ya le habíamos oído que los comunistas piensan como los cristianos:

«¿Usted también se refiere a una sociedad de tipo marxista?», le pregunta Scalfari. «Si acaso son los comunistas quienes piensan como los cristianos», responde el Papa. «Cristo ha hablado de una sociedad en la que decidan los pobres, los débiles y los excluidos. Para obtener igualdad y libertad debemos ayudar al pueblo, a los pobres con fe en Dios o sin ella, y no a los demagogos o a los barrabás», añade.

La dialéctica marxista supura en cada palabra: dice que hay una guerra, una guerra terrible… ¡Una guerra mundial! ¡contra la casa común! Una guerra es una confrontación entre dos ejércitos, entre dos pueblos, dos naciones, dos alianzas militares. Y se supone que un bando está definido: somos nosotros, los seres humanos. Pero el otro ejército de la guerra mundial, ¿quién es? ¿La naturaleza, la Pachamama, la Madre Tierra, los espíritus del viento?

Pocahontas ha hecho mucho daño.

En su reciente visita a Mongolia, el Papa «tomó como ejemplo y símbolo el ger, la tradicional vivienda portátil típica de los mongoles, de la que dijo que es un espacio habitacional que hoy podría definirse como “inteligente y verde, en cuanto versátil, multifuncional y con un impacto cero sobre el ambiente”. También subrayó la visión totalizadora de la tradición chamánica mongola y el respeto por todo ser viviente proveniente de la filosofía budista que “representa una contribución válida al compromiso urgente e impostergable por la tutela del planeta Tierra”.

Invito al Santo Padre y a la curia vaticana a cambiar sus cómodos y climatizados apartamentos (contaminantes y no sostenibles) por espacios habitacionales inteligentes, verdes, versátiles, multifuncionales y con un impacto ambiental cero. Y siempre mirando al cielo con las estrellas sobre sus cabezas. Unas cuantas tiendas de campaña mongolas en San Pedro o en los jardines vaticanos y colaboramos a la urgente tutela del planeta. Vean las tiendas mongolas. 

Para calentarse y cocinar, los excrementos de cabra o de vaca son excelentes para prender un fuego, tan buenos como la leña. Todo sostenible, inteligente, verde y sin impacto ambiental (salvo el olor a mierda, claro). Por otra parte, mierda en el Vaticano hay en abundancia, así que combustible no les va a faltar. Todo se aprovecha, todo se recicla: es lo que llamamos «economía circular». 

Horno donde se queman los escrementos en las tiendas mongolas

Entrando en su tema de la ‘hermandad de religiones’, Francisco siguió diciendo que “una actitud respetuosa y conciliadora se reservaba también a las múltiples tradiciones sagradas, como atestiguan los distintos lugares de culto –entre ellos uno cristiano– tutelados en la antigua capital Karakórum. Por ello, para ustedes fue casi natural llegar a la libertad de pensamiento y de religión, sancionada en vuestra actual Constitución; que ha superado la ideología sin derramamiento de sangre, la ideología atea que se creía obligada a extirpar el sentimiento religioso, considerándolo un freno al desarrollo. Hoy se reconoce en ese valor esencial de la armonía y de la sinergia entre fieles de credos distintos, que –cada una desde su punto de vista– contribuyen al progreso moral y espiritual”» (Tomado de InfoVaticana).

Todas las religiones pueden contribuir al progreso moral y espiritual… ¿Seguro? ¿Las que adoran ídolos también? ¿Y los satanistas? ¿Y las castas hinduistas? ¿Y los fanáticos mahometanos que asesinan cristianos también contribuyen al progreso moral y espiritual en Nigeria o en Pakistán?

Pero se ponga el Papa como se ponga, el indiferentismo religioso, el panteismo, el panenteísmo y el sincretismo están condenados por la Iglesia y ningún Papa tiene potestad para cambiar la doctrina. Y lo que siempre fue pecado, sigue siendo pecado hoy. Dios no quiere todas las religiones. La única religión verdadera es la católica y el único Redentor y Salvador es Jesucristo. No hay otro. No es Cristo uno más entre otros muchos.

El único ecumenismo posible en el que creemos es en la conversión de todos a Cristo:

«Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado, se salvará; pero el que no crea será condenado». 

Ese es el multiculturalismo y el ecumenismo católicos. Nuestra obligación es predicar el Evangelio y bautizar. No se trata de obligar a nadie. Cada uno decide. Dios da la gracia suficiente a todos para que se salven. Pero no todos acogen la gracia de Dios ni quieren acogerla.

La libertad de pensamiento y de religión no son virtudes católicas, sino liberales; es decir, apóstatas y enemigas de Dios. El hombre es libre sólo para cumplir la voluntad de Dios (no para pecar), para darle gloria y alcanzar la salvación del alma. Pero nadie es libre para pensar contra Dios, para ser enemigo de Dios o para creer en errores, idolatrías y herejías.

Recapitulemos. Decíamos que los seres humanos, para estos asesinos de cuerpos y almas, somos una plaga que amenaza con destruir la «casa común» (el planeta Tierra, no se me pierdan) en una guerra mundial sin sentido. Obviamente es una guerra sin sentido porque, si destruimos nuestro planeta, nos destruimos a nosotros mismos: sería un suicidio absurdo…

Esta que acabo de exponer es la ideología «verde», también conocida como ideología «sandía» (verde por fuera y roja por dentro). Y como todo comunista que se precie, el enemigo es la propiedad privada y el fin, la dictadura, la tiranía (ya saben: China, Corea del Norte, Nicaragua, Venezuela…). Pero ahora lo que planean es algo más grande: una dictadura global que regulará lo que comemos, impedirá que viajemos a donde nos dé la gana, confiscará cuanto tenemos para que no tengamos nada y dependamos del Estado global. Ya no comeremos carne de vacuno, porque contamina mucho y provoca cáncer. Así que hay que subir los impuestos a la carne y obligarnos a comer insectos. Nos quieren poner cartillas de racionamiento y encerrarnos en nuestras casas y en nuestras ciudades (no viajar más de 15 minutos: un nuevo concepto urbanístico en el que la gente vivirá a poca distancia a pie o en bicicleta de todo lo que necesita). Quieren acabar con los coches, con las fábricas contaminante, con las centrales térmicas, con las nucleares, con los pantanos que impiden que los pececitos naden río arriba … Acabarán con los viajes en avión, con el turismo… Y lo peor de todo: quieren acabar con la mayor parte de la humanidad. Por eso financian el aborto y promueven la eutanasia, las parejas LGTBI, los anticonceptivos… Y necesitan una guerra nuclear o una pandemia o un conflicto con armas químicas o bacteriológicas para provocar una mortandad apocalíptica. Sobran siete mil quinientos millones de personas: deberíamos volver a ser sólo quinientos millones. ¿Y quién decide quién vive y quién muere? Supongo que la Madre Naturaleza, la selección natural o los designios de la oligarquía global, de la plutocracia mundialista.

Aquí pueden ver a la encantadora Jane Godall en el Foro Económico Mundial (Foro de Davos). Parece la abuelita de Piolín. Y tan buena, todo el día abrazando monos. Pues miren lo que dice la abuelita:

Pero no se lo vayan a creer… Esto es cosa de negacionistas conspiranoicos.

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