Un Mundo Feliz
Imagínense una raza de seres humanos que se creyeran dioses, seres superiores, élites. Imagínense que esa minoría plutocrática mirase por encima del hombro al resto de la humanidad, a la que considerara inferior y a la que ven como una masa de necios que ni piensan ni quieren pensar; animales que solo quieren satisfacer sus bajas pasiones: comer, beber, tener sexo a mansalva… Son seres humanos que nada bueno aportan, salvo su mano de obra, cada vez más innecesaria, gracias a los avances de la técnica y la robótica. Pero esa gentuza deja una huella de carbono horrorosa: son como una mancha de petróleo que todo lo ensucia. Esa masa consume recursos naturales hasta el punto de amenazar la vida en el planeta. Si fuéramos menos, tocaríamos a más. Y podríamos vivir como dioses.