InfoCatólica / Germinans germinabit / Categoría: Roma 1962-1963: El clima litúrgico conciliar

7.11.09

Capítulo 1: Un Concilio rodeado de esperanzas y temores

Parte 2ª: ¿Un Concilio sin injerencias?

Tras ingenuamente afirmar, siguiendo la línea marcada por el Cardenal Arzobispo de Milán Montini , que el Concilio nacía en ausencia de errores o desviaciones, el segundo motivo de esperanza para Martín Descalzo, nuestro presbítero-cronista en Roma, es contemplar la ausencia de injerencia del poder.

“Otra felicidad: un Concilio sin injerencias de los poderes civiles y políticos. Es hermoso ver cómo la Iglesia va dejando pesos a lo largo de su historia en los últimos siglos. Un día volverá a pasearse por el mundo sin alforja ni zurrón, con una sola túnica. Por de pronto, esta bendición de las cancillerías ocupadas en sus cosas. Y la otra de unos Padres Conciliares que podrán discutir sin preocuparse de lo que puedan pensar los Ministerios. El Vaticano I fue el primer Concilio sin que las autoridades civiles estuvieran presentes con sus cuerpos. El Vaticano II será el primero en que no estarán ni con sus cuerpos ni en modo alguno. Se gozará por vez primera una libertad sin tensión, una libertad sin lucha, una verdadera libertad.”

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30.10.09

Capitulo 1: Un Concilio rodeado de esperanzas y temores

Parte 1ª: ¿Un momento sereno, sin desviaciones ni abusos?

En aquel mes de octubre del 62 nuestro sacerdote-periodista en el Concilio subrayaba una serie de circunstancias que multiplicaban el interés del Vaticano II. Las especificaré y las comentaré brevemente a grandes rasgos en estos primeros capítulos.

1ª Afirmación: El concilio llega en un momento cristianamente sereno, sin herejías, no se hace pues contra nadie, es un Concilio de reformas y de exhortaciones.

Nuestro enviado especial a la Roma del Concilio, hace suyas las líneas trazadas por el entonces cardenal Montini:

“La característica de este Concilio es que tendiendo abiertamente a una importante reforma, ésta parte más del deseo del bien que de la fuga del mal. Hoy, de hecho, no hay en la Iglesia, por la misericordia de Dios, errores, escándalos, desviaciones o abusos que reclamen la convocación de un Concilio como medida extraordinaria. Será por ello un Concilio de reformas positivas más que de castigos, más de exhortaciones que de anatemas”.

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