InfoCatólica / Germinans germinabit / Categoría: Roma 1962-1963: El clima litúrgico conciliar

12.12.09

Capítulo 5º: Un sofisma: buscar lo moderado entre dos extremos

Una de las falacias que empezaron a difundirse en el clima litúrgico conciliar de aquel otoño de 1962 fue la existencia clara de dos tendencias extremas, que además pretendidamente se identificaban con las ya advertidas por Pío XII en la Mediator Dei (apego ciego-ruptura total) y que obligaría al Concilio a buscar una postura moderada y conciliadora. Afirmaba Martín Descalzo:

“En el Concilio han comenzado a diseñarse dos tendencias: una que apoya el esquema y que aun desearía que se ampliasen las reformas que en él se dibujan, y otra, que estima que el esquema no es necesario, ya que lo verdaderamente importante que habla que reformar en liturgia ya está hecho por la labor reformista de los últimos años. En la Primera sesión dieciséis intervenciones defendieron el esquema porque abría puertas a la reforma y las abría con moderación. Cuatro Padres, en cambio, se mostraron opuestos al esquema como demasiado innovador. Representante de esta tendencia fue sin duda el más vigoroso monseñor Dante, secretario de la Congregación de Ritos, que movió doce ataques contra el esquema en general.”

En la línea defensora destaquemos al cardenal Feltin, Arzobispo de París, que expuso la necesidad de la reforma litúrgica como Pastor de una gran ciudad en la que, por su composición sociológica extraordinariamente diversa, podía comprobarse que la liturgia en su estado actual resulta incomprensible para las mayorías.

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5.12.09

Capítulo 4º: La Comisión Preparatoria, el esquema general y la Comisión Litúrgica Conciliar

El 6 de junio de 1960 se había creado la Comisión litúrgica preparatoria y era nombrado presidente de la misma el prefecto de la Congregación de Ritos, cardenal Gaetano Cicognani (en la fotografia), el 11 de julio se nombró secretario al padre Anibal Bugnini y también se nombraron todos los miembros de la Comisión y los peritos de la misma, en un total de 65.

Después de la reunión de la comisión, se crearon varias subcomisiones: Sobre el ministerio de la sagrada liturgia y su relación con la vida de la Iglesia, la Santa Misa, la concelebración sacramental, el Oficio divino, sacramentos y sacramentales, el Calendario litúrgico, la lengua latina, la participación de los fieles en la liturgia, las vestiduras sagradas, la música sagrada, el arte sagrado, etc. Estos temas fueron sacados de las proposiciones que hicieron los obispos de todo el mundo y otras personas competentes en la materia. La reunión se tuvo del 12 al 15 de noviembre de 1960 y el tema de la primera subcomisión fue propuesto por el padre Bevilacqua. Fue una proposición atinada y luego se convirtió en el tema más importante de lo que sería el proemio y el primer capítulo de la Constitución “Sacrosanctum Concilium” por obra principalmente del benedictino padre Cipriano Vagaggini.

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28.11.09

Capítulo 3º: "Los vientos" anuncian nueve puntos...

El mismo día 22 de octubre, aún sin atreverse a pronosticar cuáles iban a ser las cuestiones litúrgicas concretas que el Concilio pretendía tocar, el P. Martín Descalzo creyó intuir que los temas que más iban a interesar en aquellos días se podían concretar en nueve puntos. Veamos como intentaba especificarlos:

Teología de la liturgia.- El esquema presentado por la Comisión Preparatoria no planteará una reforma rubricista, sino algo mayor. Se necesitará pues un tratado de liturgia, base constituyente de cualquier reforma. Se plantearán problemáticas concretas, pero está convencido que lo que hará el Concilio será marcar las bases fundamentales de la reforma, dejando para las comisiones postconciliares la realización y aplicación de las directivas en los años sucesivos. Hace una advertencia a los ilusos: que no esperen cambios concretos “el Concilio señalará la dirección de la rueda, el camino se correrá después.” (sic)

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20.11.09

Capítulo 2º: Una conciencia litúrgica llena de prejuicios y errores

Un prejuicio es, como lo dice su nombre, el proceso de prejuzgar algo. En general, implica llegar a un juicio sobre el objeto antes de determinar la preponderancia de la evidencia, o la formación de un juicio sin experiencia directa o real. También implica criticar de forma positiva o negativa a algo o alguien.

Veamos cual es el examen que realiza Martín Descalzo de la historia litúrgica. Empecemos por las sentencias sobre la antigüedad cristiana.

Primero: Una imagen idílica de la liturgia paleocristiana, con una fuerte coloración bucólica.

En los primeros días del cristianismo la liturgia nacía fresca entre las manos de los cristianos, hablaban en su lengua cotidiana, dialogaban verdaderamente con su sacerdote, ofrecían a Dios su pan, su vino y sus ofrendas como quien da verdaderamente algo. La memoria de Jesús era aún reciente y la liturgia era diariamente una aventura nueva.

Únicamente es explicable ese juicio teniendo en cuenta la fuerte tendencia arqueologista de la que fueron victimas los estudios litúrgicos de aquella generación, que además ponían de relieve positivamente valores como la improvisación (diariamente una aventura nueva) o la lengua cotidiana. Sabemos en cambio que la ausencia de textos escritos era debida a la ley del arcano y no significaba que de manera memorística no se usasen reglas litúrgicas fijas (canon) y que se emplease una lengua litúrgica (el griego) que sin duda alguna no era la lengua vehicular de los fieles. La realidad era bien diferente de cómo les habían convencido.

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14.11.09

Capítulo 1: Un Concilio rodeado de esperanzas y temores

Parte 3ª: El peligro de un ingenuo y estéril triunfalismo

Tras subrayar las demás alegrías que según el P. Martín Descalzo van a acompañar al Concilio: una autentica representación universal de la Iglesia en la Magna Asamblea unida al hecho de llegar en un momento de fuerte conciencia laical (¡la Iglesia somos todos!) y a una voluntad dialogal de la Iglesia Romana con respecto a todos los separados, convicciones todas ellas unidas a la conciencia de tener en Juan XXIII un gran Papa y la inestimable asistencia del Espíritu Santo, nuestro cronista pasa a relatar los más que evidentes temores que rodean al Concilio.

En primer lugar, un exceso de triunfalismo: Dios no inspira, sólo está al lado de los Padres conciliares para que no se equivoquen en las decisiones solemnes. El concilio tiene garantizada una infabilidad doctrinal no una infabilidad pastoral, no una máxima eficacia pastoral.

La historia de la Iglesia está llega de lecciones aterradoras en este sentido: concilios en los que todo el mundo esperaba mucho y que no sirvieron para nada, como el Laterano V de 1512. Todos esperaban de él la reforma de la Iglesia y los padres conciliares se encerraron en cuestiones de escuela sobre el alma inmortal quedándose la reforma en los tinteros. ¿Resultado? Seis meses después estalló la Reforma luterana. No fue un Concilio erróneo, fue un Concilio inútil.

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