El biógrafo de Pujol e insultador del obispo Novell considera las procesiones de Viernes Santo una fiesta fascista
El biógrafo de Pujol, Manuel Cuyàs, nuevo intelectual orgánico de CiU, contertuliano gesticulante en TV3 y en la TV de la Vanguardia y jefecillo del periódico El Punt-Avui, va lanzado. Recordemos que hace pocas semanas calificó al obispo Xavier Novell de Solsona como “holograma proyectado en el ábside del monasterio de Sant Benet de Bages”.
Cuyás se ha puesto nuevamente a mil revoluciones y ha explotado. Es el caso que la cofradía de su ciudad natal, Mataró, que organiza la procesión del Sábado Santo, por su cuenta y riesgo invitó a unos veteranos de la Legión. El subconsciente ha traicionado a Cuyás, quien envolviéndolo todo en la misma manta, ha manifestado el sectarismo, el fanatismo, la mala educación y el espíritu antidemocrático que incuba el personaje que quiere ser y representar. Si éste es el mundo intelectual que arropa la nueva CiU, vamos arreglados. Les aseguro que de venir a Barcelona un sucesor de Sistach de la línea Munilla-Iceta, Cuyàs será uno de los primeros en pegarle mordisco. Como se lo temen y están nerviosos, ya salivan.


Es ciertamente reconfortante pasar por las calles de Barcelona y constatar que no está proscrita la religión en nuestra ciudad, por más que lo digan los medios, por más que se esfuercen en propagar y magnificar cualquier movilización de rechazo, por más que muchos católicos hagan como si se lo creyesen para recluirse temerosos en los templos. Por más que los anticatólicos de la ciudad, numerosos y especialmente poderosos, hagan todo lo posible por escenificar su odio y aprovechen las grandes oportunidades, como por ejemplo la visita del Papa a Barcelona, para sobreactuar y las cámaras de la mayoría de los medios para enfocar esos espectáculos: a fin de dar una imagen “oficial” de odio y rechazo de todo lo que tenga que ver con las tradiciones religiosas sobre las que se ha construido nuestra civilización.
Lo que decíamos: el Estado promocionando la que pretende que sea “su” ideología y la de la Nación. Una Nación que se precie, ha de tener ideología: ¿no es eso? ¿No venimos de ahí? ¿Y no es ése el desiderátum de los neodemócratas, únicamente “neo” a la espera de una adjetivación más precisa? Efectivamente, “La 2”, una televisión supuestamente de todos y para todos, en su sección de UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) tocaba hace unos días el tema de la ideología de género. Pero no, claro está, en formulación crítica y analítica, como una de tantas ideologías que ha de conocer un universitario que intenta ser versado en ciencias humanas, sino como la única ideología posible en el siglo XXI, como la superación de todas las aberraciones ideológicas cometidas al respecto en los siglos pasados. Nada de formato universitario, es decir de cultivo del conocimiento, sino en formulación adoctrinadora pura y dura.
Está claro que quienes estamos nítidamente posicionados contra el aborto, no pensamos en componendas; y Gallardón nos ofrece una componenda de gran calado. Mal que nos pese a los católicos, la maniobra que está haciendo estos días el ministro de Justicia en relación con la legislación sobre el aborto y especialmente en cuanto a la orientación de las instituciones al respecto, es muchísimo más, abrumadoramente más que lo que han hecho en 30 años la mayoría de los que en la Iglesia disponen de sedes, púlpitos, colegios y otras plataformas de impartición de doctrina y formación de conciencias.