¡Viva Rey! ¡Viva la Castille!
No se asuste ese enjambre de curas republicanos y profundamente “anti-castellanos” que tenemos en Cataluña. No estoy haciendo un acto de adhesión a la Corona. Ni de fidelidad a los fueros de Castilla cual insurrecto comunero del siglo XVI en pie de guerra. No es esta la batalla de Villalar. Es la batalla del presente y del futuro de la Iglesia en el siglo XXI. Se trata de vítores llenos de admiración y gratitud a Mons. Dominique Rey, obispo de Frejus- Toulon.
A su venerable predecesor el ye emérito Mons. Joseph Madec, que bien le labró el campo y le sembró esa cosecha. Y a Mons. Marc Aillet, recien estrenadito obispo de Bayona, en el País Vasco francés. Los tres son concelebrantes en esta ceremonia de Ordenaciones del domingo 27 de junio: 13 presbíteros, 21 diáconos, 5000 fieles que les acompañan con su oración y sus cánticos en la explanada del Seminario de La Castille. ¡El mayor número de ordenaciones sacerdotales en esa diócesis desde 1939! ¿Y que hace allí Mons. Aillet? Pues es que Aillet fue Vicario General de Mons. Rey, esa es su casa, está con los suyos, allí va a prender y a animarse porque este año pasado tuvo un seminarista allí, porque La Castille es un lugar seguro, y ahora con cuatro más va a reabrir el Seminario Mayor de Bayona.

Una vez concluida la serie litúrgica que ha centrado nuestra atención durante el presente curso, detenida en un seguimiento pormenorizado de todos los pasos que nos llevaron a la reforma litúrgica del 69, muchos están convencidos que nunca existió precedente similar en la historia de la Iglesia. 
La aristocracia intelectual iluminada o la verdad à la mode de París
Cuando soy requerido para celebrar la Santa Misa fuera de mis dominios habituales, me llevo todos los materiales de guerra para no encontrarme con sorpresas. No sólo me refiero a la casulla y otros ornamentos ausentes en muchas parroquias barcelonesas, sino también por ejemplo a un pequeño misal por si las moscas. Y es que me he encontrado de todo, como por ejemplo en el caso que hoy comento, que en una parroquia no había misal.
"El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios". (Lucas, 9,62). La cita del Evangelio viene como anillo al dedo ante todos aquellos que se rasgan las vestiduras porque los dos prelados egarenses (el ordinario y su auxiliar) hayan estudiado en el Seminario de Toledo. Se retrotraen a los tiempos estudiantiles, al objeto de eludir una realidad incontestable: la diócesis de Terrassa es la más dinámica y fecunda de la Cataluña actual. Un seminario que, con solo tres años de antigüedad, ya ha superado, en número de seminaristas, al de toda la vida de Barcelona. Crear un seminario en pleno siglo XXI, ¡y llenarlo!. Una labor de Caritas con más voluntarios que Barcelona. Una pléyade de sacerdotes jóvenes, ilusionados, dinámicos, audaces, que son queridos en todas sus parroquias (Deulofeu, Montserrat, Toni Rubio, Iñaki Vallbé, Fluriach, Messeguer, etc). Y lo que más les chirría: sin ninguna oposición. Ni de sacerdotes, ni de laicos. Un auténtico oasis de paz. ¿Puede decirme alguien algún cura egarense que se haya significado con sus críticas a su obispo? ¿Alguna asociación de laicos? ¿Algún foro opositor? Los hay en Barcelona, en Gerona, en Solsona, en Tarragona, en Vic, pero no hay ni uno en Terrassa.