Jordi Évole, el que se burla de la Iglesia, premiado por la "católica" Blanquerna
El periodista y humorista Jordi Évole, fue galardonado el pasado 15 de marzo con el premio "Blanquerna" al mejor comunicador por su programa "Salvados". El premio lo otorga la Facultad de Comunicación Blanquerna, que forma parte de la Universidad Ramon Llull, surgida en 1989 uniendo la mayoría de los centros universitarios dependientes de la Iglesia catalana o de congregaciones religiosas, bajo la presidencia de S.E.R. el cardenal Narcís Jubany. El actual presidente de Blanquerna es el Rvdo. Salvador Pié Ninot, sacerdote barcelonés al que n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach intentó colar como obispo auxiliar, pero Roma no tragó, y finalmente se impuso la solución de compromiso de Don Sebastià Taltavull. Junto al Rvdo Pié Ninot, encontramos en el patronato otros sacerdotes como el jesuita P. Enric Puig i Jofra (Responsable diocesano de la visita de S.S. Benedicto XVI a Barcelona) o el Rvdo. Josep Maria Forcada (de la Casa de Santiago). Entre los profesores de Blanquerna se encuentra el Rvdo. Francesc Romeu, el que bendijo una pareja de lesbianas en su parroquia ante las cámaras de televisión. Nuestro arzobispo también forma parte del Patronato de la Universidad Ramon Llull junto a otros altos dignatarios eclesiásticos.



Está claro que quienes estamos nítidamente posicionados contra el aborto, no pensamos en componendas; y Gallardón nos ofrece una componenda de gran calado. Mal que nos pese a los católicos, la maniobra que está haciendo estos días el ministro de Justicia en relación con la legislación sobre el aborto y especialmente en cuanto a la orientación de las instituciones al respecto, es muchísimo más, abrumadoramente más que lo que han hecho en 30 años la mayoría de los que en la Iglesia disponen de sedes, púlpitos, colegios y otras plataformas de impartición de doctrina y formación de conciencias.
El palio, como insignia litúrgica propia del Papa, se encuentra atestado desde los tiempos del papa San Marcos (+336), el cual, según recoge el Liber Pontificalis, lo confirió al obispo suburbicario de Ostia, uno de los consagrantes del Papa. Hacia mediados del siglo V encontramos la primera representación monumental en el famoso marfil de Tréveris que muestra a dos arzobispos en el carro con el relicario en las manos, los cuales llevan en torno al cuello y colgando por delante, una faja que no puede ser otra cosa que el palio.
Uno de los problemas más visibles de la Iglesia en ciudades tan descristianizadas como Barcelona, es la creciente invisibilidad de la Iglesia, que desde el postconcilio ha venido esforzándose por no hacerse ver, por pasar desapercibida, por no dar la nota, por callar discretamente, por confundirse con el paisaje. Y así nos encontramos con que si uno ha de definir la imagen que proyecta la Iglesia en la sociedad, apenas le queda más que la sombra de sus templos, algunos de los cuales se perciben mucho más como esqueleto vacío de la vida religiosa que en ellos bulló antaño irradiando hacia toda la sociedad, que como manifestación de una presencia viva del catolicismo.