[DE] Capítulo 36: El confesionario
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Del rito de la confesión descrito en los antiguos Ordines penitenciales, tanto anteriores como posteriores al siglo XI, se deduce que el sacerdote administraba la penitencia privada en casa, estando sentado sobre cualquier asiento, abierto, movible, mientras el penitente, sentado también ante él, después de la acusación de las faltas, se ponía de rodillas para recibir la absolución. El gesto mismo, siempre usado, de imponerle las manos sobre la cabeza, deja comprender que entre el confesor y el penitente había un contacto directo. Así están representados en las figuras medievales.
Después del siglo XI en muchas fórmulas del Confiteor recitado por el penitente se encuentra la frase: “ Confiteor…coram hoc altari sancto”(Yo confieso…ante este altar) lo que indica como la confesión tenía lugar en la iglesia ante un altar, probablemente no un altar mayor, sino uno lateral. El penitente estaba a un lado de la cancela y el sacerdote en el otro. Los primeros confesionarios situados en una pared de la iglesia, pero siempre abiertos, se encuentran en Pisa en el siglo XIV.

Confesionario tipo “judicial”
El santo obispo Irurita rodeado de niños y mujeres
El Sr. Joan Rigol ya no es el Presidente delegado del Patronato de la Sagrada Familia, el veterano político democristiano (UDC), ha decidido abandonar el barco, el de n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach (Presidente nato de la Fundación) que hace aguas por todas partes, y que tiene fecha de caducidad en unos meses (independientemente de las prórrogas que se le puedan conceder desde Roma). No es el primero ni será el último, la situación se asemeja un poco a la del gobierno agonizante de José Luis Rodríguez Zapatero, o aquí en los últimos meses del gobierno tripartito, en que se anunciaban continuamente dimisiones de altos cargos, a la par que se hacía pública la lista de los muchos políticos que no volverían a presentarse a las elecciones. Y para seguir con el paralelismo, se ha repetido la misma circunstancia ridícula de
La emisión en horario prime time del espacio El Convidat de TV3 exclusivamente dedicado a la monja Teresa Forcades, de la que hablaba en su artículo de ayer Prudentius de Bárcino, ha encendido las alarmas donde menos se pensaba: en el propio monasterio de Montserrat. Como es marca del cenobio benedictino, las disensiones se producen de forma taimada, pero los contactos que tiene Germinans en la abadía nos revelan que el primero que ha mostrado su disgusto y desaprobación a los devaneos mediáticos de Sor Teresa ha sido el padre Pius Tragan (en la foto), el cual contaría con el apoyo de los monjes Cebrià Pifarré y Josep de Calasanç Laplana. No se trata de un benedictino cualquiera: el Padre Pius-Ramón Tragan (Esparraguera, 1928) fue secretario del abad Escarré y entre los años 1990 y 1997 rector del Pontificio Ateneo de San Anselmo. Nos hallamos ante un eminente biblista, actual responsable en Montserrat del Scriptorium Biblicum et Orientale y del museo bíblico. Que tampoco se crea nadie que nos encontramos ante un fraile conservador. No es el caso, ni de él ni de los citados Pifarré y Laplana. Aunque si es cierto que el Padre Pius Tragan ya ha tenido algún encontronazo (a la montserratina manera) con la hermana Forcades. En el programa Millennium, dirigido por Ramón Colom, dedicado a "El evangelio de Judas", emitido el 23 de diciembre de 2006, desautorizó a la benedictina, con una cariñosa regañina, que acabó con la frase: "Teresa, Teresa…, aixó no es així". (Teresa, Teresa…, esto no es así)
He dudado hasta el último minuto si escribir o no este artículo. No querría hablar más de Sor Teresa Forcades. Ni siquiera después del último programa del espacio “El convidat” que conduce Albert Om en TV3. Y no hubiera deseado hacerlo porque hablar de ella, por una parte provoca escándalo y por otra alimenta el marketing de su icono: la nueva Casaldáliga del progresismo catalán. 




