Anécdotas de verano (III): El párroco en pantalón corto

Llego a una parroquia y soy recibido efusivamente por una señora ya muy anciana que venciendo las lógicas limitaciones propias de la edad, corre a mi encuentro y besa reverencialmente el anillo de mi mano. Me dio la sensación de que me conocía de toda la vida, pero ella misma me reconoció que nunca me había visto pero que al verme vestido de sacerdote se sintió emocianada y vino a mi encuentro para saludar a un cura según me dijo "como Dios manda". Le recordé a la mujer que el hábito no hace al monje (aunque ayuda), y que lamentablemente tenemos ejemplos (el Padre Maciel sin ir más lejos) que vistiendo con sotana han hecho verdaderas barbaridades. Pero intuyo que por mucho que le diga, no voy a quitarle la alegría a la buena mujer, puesto que sin conocerme de nada ya me ha juzgado como un buen sacerdote.

Extrañado por tanto afecto, le pregunto si era tan efusiva con su párroco, ella me responde que no se lleva demasiado bien con él y que esa falta de sintonía es mutua. Lo primero que me dice es que no parece para nada un sacerdote, que viste de una forma escandalosa impropia de un ministro de Dios. Me empiezo a preocupar y le pregunto que significa eso de "vestimenta escandalosa". Me responde que por ejemplo ahora en verano va por la iglesia en pantalón corto, que lleva unas camisetas muy llamativas, de las que llevan los jóvenes en las discotecas. Me añade que su estilo ha calado en la parroquia y que ahora en verano el templo parece una iglesia playera, más que un templo urbano. También me comenta escandalizada que no es de extrañar viendo la vestimenta del párroco que salgan a leer las lecturas de la Palabra de Dios mujeres sin mangas en el vestido, falditas cortas o escotes pronunciados.

Como la mujer no para de hablar me cuenta mil detalles de la forma de celebrar la Santa Misa del citado párroco, incumpliendo las normas litúrgicas de la Iglesia, algo que no voy a repetir, ya que ayer mi buen amigo Oriolt ya comentó en su artículo "El rito progre". Lógicamente no se pone casulla y el alba es tan ligerita y transparente que se nota que va en pantalón corto y durante la celebración eucarística parece que está haciendo publicidad porque se le transparenta bajo el alba los dibujos y frases de su camiseta.

He celebrado en muchas iglesias y puedo asegurar que ésta no es de las más calurosas, por tanto el hecho de ir tan ligeros de ropa en la iglesia, los feligreses y el párroco, no responde tanto a la temperatura sino a un estilo y a una forma de entender el templo, no como un lugar sagrado sino simplemente como un lugar más de encuentro, como es el bar, la discoteca o la playa. Algo muy extendido en la concepción desacralizada de la casa de Dios, que tienen la mayoría de sacerdotes y sus adoctrinados "progres".

Es curioso como en las iglesias importantes de la catolicidad (entre las que se encuentra la catedral de nuestra diócesis de Barcelona) se prohíbe la entrada a las personas que no lleven la vestimenta adecuada (véase el cartel de la derecha), algunos párrocos son los primeros en no dar ejemplo en sus propios templos. Esto me recuerda otra anécdota divertida cuando uno de nuestros párrocos "progres" intentó entrar en una catedral española y se le prohibió la entrada porque iba en pantalón corto. El sacerdote se dirigió al guardia de seguridad diciéndole: "Oiga señor que yo soy sacerdote", a lo que el guardián muy acertadamente le respondió: "Disculpe señor, pero las normas son para todos".

Antoninus Pius