16.06.11

La Misa y el sacerdote

Diversos modos de celebrar la Misa

Ante nuestra vista debe permanecer siempre esta idea: Cristo es el sacerdote principal en el Sacrificio de la Misa; el sacerdote debe aspirar a una unión siempre actual y más íntima con Él. Frente a esto tenemos los modos tan diferentes de celebrar la Misa: Misa sacrílega, Misa rapidísima, Misa correcta al exterior, pero sin espíritu de fe; Misa diaria y piadosamente celebrada, y Misa de los santos. Así me lo ha hecho notar en conversación el fundador de la Congregación «Fraternidad Sacerdotal». Es digno de meditarse.

En la Misa sacrílega el corazón del celebrante está separado de Dios, separado de Cristo – sacerdote principal -. Tal celebración indigna es pecado mortal gravísimo.

Sin embargo, la Misa conserva todo su infinito valor, tanto por parte de la víctima ofrecida como del principal oferente. Incluso posee valor infinito de adoración, de reparación, impetración y acción de gracias el acto teándrico del oferente principal, vivo siempre para interceder por nosotros.

Si el estado interior de tal sacerdote fuera patente a los fieles, el escándalo sería colosal y sus consecuencias incalculables.

Leer más... »

10.06.11

El (los) vídeo (s) de las JMJ

Tras varios días desenganchado del ordenador, no hago más que encontrarme con vídeos de las JMJ, todos lamentables.

Me conjuré para no volver a tocar el tema de las JMJ, tras el esperpento ocurrido en Sevilla con el Señor de las Tres Caídas y el estrambote de la Hermandad de los Panaderos –ea, ahí tenéis a la imagen sevillana -, pero tras escuchar al coro sevillano cantando un himno – o lo que sea -, no he podido contenerme. Yo no sé lo que es peor, si el himno o un coro de sevillanos ejerciendo de tales - ¡horror!

Leer más... »

6.06.11

3.06.11

2.06.11

Nuestra vida «desde ahora escondida con Cristo en Dios»

Cristo, que había prometido que sus discípulos llegarían a ser con Él uno en Dios, que había prometido que estaríamos en Dios y Dios en nosotros, ha realizado ya esta promesa para nosotros. De manera misteriosa llevó a término esta gran obra, este sorprendente privilegio. Parece que lo realizó al subir al Padre, en su ascensión corporal y su descenso espiritual, y que la asunción de nuestra naturaleza hasta Dios es al mismo tiempo el descenso de Dios hasta nosotros. Se podría decir que nos ha llevado verdaderamente hasta Dios y ha hecho que Dios se llegara a nosotros.

Así pues, cuando san Pablo dice que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios, se podría entender con ello que nuestro principio de existencia ya no es un principio mortal y terrestre, tal como el de Adán después de la caída, sino que somos bautizados y escondidos de nuevo en la gloria de Dios, en esta pura luz de su presencia, la cual perdimos con la caída de Adán. Somos creados de nuevo, transformados, espiritualizados, glorificados en la naturaleza divina. Por Cristo estamos impregnados de santidad y de inmortalidad.

Beato John Henry Newman.
Magnificat, Junio 2.011, nº 91, pág. 47