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25.06.24

Ecología

Afirmar que todo lo relacionado con el medio ambiente constituye uno de los temas que más interesa a nuestros contemporáneos no es más que una perogrullada. Sólo hay que ver la cantidad de noticias que se generan alrededor de este campo. Y no sólo las noticias. Hay toda una disciplina alrededor de la depuración de aguas, la gestión de residuos, etc… Hasta el mismo Papa Franciscus dedicó hace unos años una encíclica «sobre el cuidado de la casa común», Laudatio sí.

¿Es el medio ambiente, la ecología, algo que debe ser ajeno al cristiano, ya que pertenece al orden natural? Si pensamos que el mismo Doctor Universalis – San Alberto Magno – hizo un tratado de jardinería podemos decir que no. ¿No choca el cristiano con la idea de progreso  y su apocalipsis terrenal, la destrucción del mundo provocado por el descontrol del mismo progreso?

¿Se debe desentender el cristiano de la naturaleza – buscando  la huída del mundo - porque aspira al Reino de los Cielos? Lo primero que hay que decir es que el Dios cristiano no es un Demiurgo, que crea a partir de una materia amorfa preexistente, sino que crea de la nada (ex nihilo) y que su obra es buena (Gen 1,31) porque la ha hecho Él. El mundo no es un error, ni un mal, por el contrario, la creación es buena. 

Además, el Dios cristiano se desvela en el orden natural, donde el hombre puede avizorar la presencia de Su Autor. ¿No afirma, acaso, el Cántico de los tres jóvenes de Daniel que los cielos y la tierra alaban a Dios? ¿No están los Salmos preñados de esa celebración al Autor de la creación? ¿No obedece la tormenta al Señor y ante Su potente voz queda calmada? En San Francisco encontramos ese amor a las obras de Dios y a Dios al unísono.

¿Qué problema puede haber entonces con el ecologismo? ¿Acaso no quiere el cuidado del medio ambiente? Debemos partir aquí de una doble afirmación: sí, la naturaleza es buena, pero – sin que esta adversativa anule lo anterior -, también es contingente. En cuanto ser creado es también una pura posibilidad porque su acto de ser se lo debe a Dios, no es suyo propio. La cuestión es otra y es la existencia del mal, de la que es responsable el hombre, por el pecado original. ¿Qué detesta, pues, el cristiano? El cristiano no detesta otra cosa que el desorden, la fealdad y el mal que el mismo hombre ha introducido en la creación por su separación del Creador.

Es la acción del hombre, a través del sistema económico el que acaba desencajando la relación de la criatura con el medio ambiente. La modernidad introduce una estructura que produce el arrastre de la acción humana y si no se corrige acaba infundiendo más desorden en la naturaleza.

¿Si esto es así, dónde está el problema? El problema está en que el ecologismo ha transmutado de ciencia a ideología, respondiendo no a cuestiones que se pueden discutir dentro de su ámbito, sino a intereses de clase. Sus tesis han rebasado el campo de la ciencia. Por otro lado, está el inmanentismo que se resuelve en toda filosofía moderna. Es el esfuerzo del hombre de mantener las cosas en el ser, como si fuera su acción la que diera a los entes su existencia, evitando, de esta manera su vuelta a la nada. De ahí que este progresismo haya devenido en apocalipsis, en la destrucción del mundo que advendrá, si no se toman medidas urgentes, en su contra.

El cristiano, en este sentido, se muestra como el verdadero optimista, porque sabe y cree que la naturaleza, en cuanto obra de Dios es buena y Dios, al contrario del hombre, no destruirá su obra. Esperamos los cielos nuevos y las tierras nuevas. En el ínterin, nos ocuparemos, como mayorales, de lo que nos ha sido regalado.

19.07.11

Hace 75 años....

Así estuvo la Virgen de la Esperanza Macarena en el año 1.936, oculta, en un cajón, para evitar la quema que sufrieron tantos Conventos e Iglesias sevillanos sufrieron, por parte de los rojos.

Un improvisado besamanos para la Reina del Cielo, en un humilde cajón, como humilde fue el portal donde la Virgen dió a luz al Niño Dios.

Hace 75 años que España no se resignó a morir….

10.06.11

El (los) vídeo (s) de las JMJ

Tras varios días desenganchado del ordenador, no hago más que encontrarme con vídeos de las JMJ, todos lamentables.

Me conjuré para no volver a tocar el tema de las JMJ, tras el esperpento ocurrido en Sevilla con el Señor de las Tres Caídas y el estrambote de la Hermandad de los Panaderos –ea, ahí tenéis a la imagen sevillana -, pero tras escuchar al coro sevillano cantando un himno – o lo que sea -, no he podido contenerme. Yo no sé lo que es peor, si el himno o un coro de sevillanos ejerciendo de tales - ¡horror!

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1.06.11

Comunicado del Vicario General de los Carmelitas Descalzos

Al correo de nuestro Director, Luis Fernando, ha llegado el siguiente mail, que paso a publicar:

Estimado Señor Director:

Soy el P. Emilio José Martínez González, carmelita descalzo y en la actualidad Vicario General de la Orden.

Me atrevo a robarle algo de su precioso tiempo para solicitarle su ayuda en un asunto referente a la Orden de los Carmelitas Descalzos, que ha sido publicado en el dia de ayer por el Sr. D. Isaac García Expósito en su blog.

El titulo de la entrada que quisiera comentarle es: “Convivencia carmelito-masónica” y en él se comenta la convocatoria de un encuentro del “Directorio Escocés Nacional del Gran Priorato Rectificado de Hispania". Al respecto de dicha noticia quiero indicarle lo siguiente:

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Vísperas de la Ascensión del Señor

Hubiera podido el Señor, unigénito y coeterno del Padre, en la forma de siervo y en cuanto siervo, si necesario fuera, orar en silencio; mas quiso aparecer como suplicante ante el Padre, acordándose de que era nuestro Maestro. Y así, la oración que hizo por nosotros nos la dio a conocer a nosotros, ya que no sólo las pláticas a ellos dirigidas por tan excelente Maestro, sino también su oración por ellos al Padre servía de edificación a los discípulos. Y si era de edificación para ellos, que la escuchaban, también había de serlo para nosotros, que la habíamos de leer escrita. Por tanto, al decir: Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, manifestó que todos los tiempos, y cuando había de hacer o dejar de hacer algo, eran dispuestos por Aquel que no está sujeto al tiempo; porque todas las cosas que han de ser, cada cual en su tiempo propio, tienen su causa eficiente en la sabiduría de Dios, en la cual no existe el tiempo. No se crea, pues, que esta hora vino al acaso, sino por la ordenación de Dios. Como tampoco una fatal necesidad sideral determinó la pasión de Cristo, porque no se puede pensar que las estrellas forzasen a morir a Cristo, su Creador. No fue, pues, el tiempo el que impelió a Cristo a la muerte, sino que El determinó el tiempo en que había de morir, como determinó el tiempo en que había de nacer de una Virgen, juntamente con el Padre, del cual nació sin tiempo. Según esta verdadera y sana doctrina, dice asimismo el apóstol San Pablo: “Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo"; y Dios por el Profeta: “Te he escuchado en el tiempo propicio, y en el día de la salvación te presté mi ayuda"; y otra vez el Apóstol: “Ahora es el tiempo aceptable, ahora es el día de salvación". Diga, pues: Padre, ha llegado la hora, quien con el Padre ha ordenado todas las horas, como diciendo: Padre, ha llegado la hora que conjuntamente hemos ordenado para glorificarme por y entre los hombres; glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique a ti.

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