25.09.10

Españoles, Franco ha muerto, ¿o no?

Sí, murió hace treinta y seis años, aunque parezca mentira. Y si ayer eran los padres los que vivieron a las ubres del Caudillo, hoy son los hijos los que siguen agarrados a las tetas del Estado.

Sinceramente, Franco es un chollo. Si no existiera habría que explicarlo. ¿Cómo se explica entonces que la Junta de Andalucía apruebe una medida que regalará 1.800 pavos a las mujeres que juren haber sido represaliadas por el franquismo? ¡Anda que no!

Ya se sabe, el dinero del Estado no es de nadie. Por eso Griñán, Pepe para los colegas, después de llevar una vida denodada de lucha contra el franquismo a favor de las libertades – concepto éste discutido y discutible, porque, ¿no tenía más libertad el nasciturus en el régimen anterior que en el sacrosanto régimen democrático? -, regala la pasta que no es de nadie, vamos que no es suya sino de los lerdos que se parten el lomo currando.

Y es que los socialistos son así. Instalados en el machito durante el régimen anterior, instalados en el machito en el régimen actual. Y mientras la afición, esto es el pueblo, llorando, pero callado y sin protestar, y los empresarios, subvencionados, porque ya se sabe el que se mueve no sale en la foto y peligra la vida del artista.

Franco murió, pero ¿a quién lo importa? Lo importante es seguir hablando de él y que la gente viva de él, sino directamente al menos por la subvención. Mientras el Estado hace su labor de lavadora, porque es lo mejor - o más bien lo único – que sabe hacer, y no hay cerebro que aguante una centrifugación.

A Franco muerto, Griñán puesto.

Y la rueda sigue girando.

24.09.10

La descomposición del catolicismo, por Louis Bouyer (y III)

Conocí a un profesor protestante de teología pastoral que decía hace ya treinta años que si la Iglesia quisiera hacerse oír por el mundo, tendría que comenzar por procurar resumir su credo en una tarjeta de visita. En realidad Gaudium et Spes, la proclama del Concilio al mundo, es el más voluminoso de sus documentos, y de una lectura tan poco amena, que uno se pregunta cuántos de los mismos que lo votaron lo leyeron desde el principio hasta el fin….m y cuántos de los que lo han leído lo han comprendido. Tres objetos formales, como dirían nuestros maestros, se dan codazos en este documento, como los frères Jacques en su inolvidable parodia de un partido de fútbol, y el último para el tiempo tratando inútilmente de colarse a la primera línea. En un principio se quería, aun hablando entre bastidores tratar de darse ánimos para afrontar aquello que no se había observado nunca sino con una visión marginal. Se quería luego, y aquí fue donde se desplegó mayor prodigalidad, dar (¿al mundo mismo o en la Iglesia?, esto no aparece muy claro) una descripción de este mundo, en la que, desgraciadamente, la buena voluntad es más conmovedora que el rigor de los hechos y sobre todo que la precisión de los criterios. Y luego se tenía también la intención de anunciarle el Evangelio. Pero, aunque esta solicitud subyacente reaparece a todo lo largo del documento, como eco de la conciencia profunda, es innegable que el documento no logró expresarse claramente. Sería exagerado decir que se tiene la sensación de que los padres no osaban ya pedir nada al mundo. Más bien dan la sensación de no haber sabido exactamente qué decirle….Estas flaquezas de un documento abigarrado, incompleto, aunque de una prolijidad desalentadora (son siempre los predicadores que no saben exactamente lo que quieren decir, los que no acaban nunca de decirlo), no le impedían tener algunas buenas bases como punto de partida para un conato de recuperación, y el mero hecho de reconocer finalmente su urgencia habría sido quizá lo mejor que se hubiera podido esperar de tal asamblea.

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23.09.10

Un artículo interesante de Monseñor Gherardini

Un amable comentarista del blog, cuyo nombre prefiere guardar en el anonimato, me ha hecho llegar para su publicación, una traducción de un artículo muy interesante de Monseñor Brunero Gherardini sobre el Concilio Vaticano II (original aquí).

Monseñor Gherardini es conocido por la reciente publicación de un libro – que dará mucho que hablar -, titulado «Concilio Vaticano II: una cuestión abierta». Este canónigo de la Basílica de San Pedro y secretario de la Pontificia Academia de Teología, además de profesor de la Universidad Pontificia Lateranense y editor de la revista Divinitas, fue postulador, también, de la causa de beatificación de S.S. Pío IX.

Debo advertir que en el artículo se vierten las opiniones de su autor y como tal, le atañe a él únicamente.

Yo, por ejemplo, le veo una pega, en mi humilde opinión, y es utilizar como criterio extrínseco definitivo la fórmula expresada por San Vicente de Lerins en su Commonitorium, el “quod semper, quod ubique, quod ab omnibus”, para afirmar o no la continuidad de un tema doctrinal con la Tradición. Newman, en su Development, mostró que no siempre era posible verificar el método en ciertos artículos de fe. El verdadero criterio es el desarrollo genuino de los principios revelados, depositados en inicio histórico de la Iglesia y custodiados en la Tradición Apostólica.

Aún así, el artículo es interesante, más viniendo de una voz cualificada.

Igualmente, hago mía las recientes palabras del padre Iraburu en un comentario a un artículo anterior:

Ninguno de nosotros es nadie “para dar un juicio categórico” sobre un Concilio ecuménico, ni a los 50 años de su celebración ni a los 100. Lo que nosotros tenemos que hacer es recibir íntegramente el Concilio Vaticano II, entendiéndolo siempre, como insiste Benedicto XVI, en clave de “continuidad” con la Tradición. Así lo vengo haciendo yo en todos estos decenios, sin que me haya salido ninguna hernia mental.

Y si en algún punto no alcanzamos a ver esa continuidad, tendremos que 1) preguntar a quien pueda ayudarnos; y si no nos ayuda 2) suspender el juicio sobre el tema.

Pero ay de nosotros si hacemos “un juicio categórico” negativo sobre alguno de los documentos del Sagrado Concilio ecuménico Vaticano II. Dios nos libre.

¿Qué quiero decir con esto? Pues que el artículo lo publico para la reflexión, no para que sirva de trampolín para golpear a la Iglesia o el Papa. Los que pretendan esto que sepan que serán borrados.

Una vez dicho esto, el artículo es el siguiente:

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22.09.10

El padre Bru y los librepensadores Newman y Benedicto XVI

El padre Manuel María Bru en el penúltimo sermón radiofónico, que reproduce en su blog «Dios es providente», ha tenido la ocurrencia de definir al Papa Benedicto XVI y al Beato Newman como librepensadores.

Evidentemente a Benedicto XVI y a Newman se les puede adjetivar de muchas maneras, pero nunca como librepensadores. Sin embargo, no era ésta la intención de nuestro querido sacerdote, sino la que refleja en una respuesta a un comentario en su blog:

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21.09.10