14.04.08

Crónica de un viaje a Roma (IV)


Al día siguiente, martes, antes de entrar en las conferencias, me acerco a escuchar misa a una Iglesia que se encuentra muy cerca del hotel donde me alojo: San Francisco a Ripa.

Erigida sobre el antiguo Hospicio de San Blas donde, según cuentan, «el poverello» vivió cuando visitó Roma en 1.219.

La bella fachada de la Iglesia no delata, desde luego, el aún más hermoso interior. En el altar mayor, el titular de la Iglesia, San Francisco. En una capilla lateral, muy cerca del presbiterio se encuentra la poderosa escultura de la beata Ludovica Albertoni, obra del gran Bernini. La beata, en éxtasis, se tienta la ropa, en un escorzo que mezcla el dolor – Bernini la quiso representar en el momento de su muerte – y de placer: las manos cerca de los senos, el estertor que nos intenta mostrar la salida del alma hacia el Amado.

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13.04.08

Crónica de un viaje a Roma (III)


Como colofón a este segundo día en Roma me quedaba por visitar la gran Iglesia de los jesuitas en Roma: Il Gesú.

Toda la Iglesia está dedicada y orientada a la exaltación del nombre de Jesucristo. En el altar podemos leer: SS Nomini Iesu Sacrum.

En la Iglesia esperan la resurrección de los muertos insignes jesuitas. Así, a la derecha del altar se encuentra San José María Pignatelli, aragonés restaurador de la Compañía de Jesús. Un buen ejemplo al que mirar los jesuitas de hoy en día, tan embebidos de «liberacionismo».

A la izquierda del altar se encuentra la tumba de San Roberto Belarmino, Doctor de la Iglesia y martillo de herejes. Sus restos fueron trasladados en 1.923 a la Iglesia de San Ignacio de Loyola

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12.04.08

Crónica de un viaje a Roma (II)

Ya por la tarde, busco la Basílica de Santa María en Trastevere, una de las construcciones que me enamoraron absolutamente en mi primera estancia en Roma.

Tras callejear, salgo a la plaza donde se encuentra empotrada la Basílica. El pórtico de la Iglesia rasga la estructura de la plaza, como abriéndole una nueva calle, una calle al cielo.

Encima del pórtico, un mosaico donde la Santísima Virgen da de mamar al Niño. Diez mujeres, cinco a cada lado, portan lámparas: siete encendidas, tres apagadas. Dicen que las apagadas representan a viudas. La Virgen preside la plaza. El mosaico me aplasta espiritualmente.

Cuentan que Santa María en Trastevere es la primera Iglesia de culto cristiano en Roma. Fundada por el Papa Calixto I en el siglo III, fue renovada posteriormente por el Papa Inocencio II. También contiene aditamentos posteriores, como el pórtico del XVIII, realizado por Carlo Fontana.

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Crónica de un viaje a Roma (I)


Aunque esta semana es la Feria de Sevilla, no ha sido este el motivo de mi ausencia durante estos días de la bitácora. La razón ha sido otra, de índole profesional. Y es que en Roma se ha celebrado el cuarto congreso dedicado al SBR – un sistema biológico para tratar aguas residuales -, organizado por la IWA .

Es la segunda vez que he estado en Roma, la primera fue por el viaje de novios, y la verdad es que he encontrado la urbe mucho más sucia que hace siete años. Sin embargo, a pesar de la porquería presente, Roma conserva ese aire que la hizo la ciudad más grande del mundo, su capital.

Llegué el domingo por la noche a la urbe, por lo que poco pude hacer, a parte de ir a registrarme para el congreso y acomodarme en el Hotel, que se encontraba en el Trastevere.

El Trastevere es uno de los barrios más peculiares de Roma. Conserva un aire decadente que lo convierte en un sitio de singular belleza. En él están algunas de las basílicas cristianas más antiguas de Roma.

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6.04.08

¿Por qué no podemos aspirar a lo perfecto? (y II)


Un problema más difícil de soslayar es el del Credo. El Credo niceno-constantinopolitano, dice «Credo (…) et in unum Dóminum Iesum Christum, Fílium Dei unigénitum, et ex Patre Natum ante ómnia sáecula. Deum de Deo, lumen de lúmine, Deum verum de Deo vero, génitum, non factum, consubstantiálem Patri», es decir, el Credo dice que Jesucristo es consustancial al Padre; pero nosotros recitamos «de la misma naturaleza que el Padre», cosa que es verdad, pero no es lo que dice el Credo.

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