La Virgen de la Esperanza: la pesadilla que vivimos en Sevilla
Las dos últimas semanas han sido especialmente dolorosas para los fieles y devotos de la Virgen de la Esperanza, cuya devoción es universal. No olvidemos que ostenta el título de Rosa de Oro, una distinción que solo el Papa puede conceder.
La conservación que no fue tal
El pasado sábado 21 de junio, la Virgen fue repuesta al culto tras unos trabajos de conservación, llevados a cabo por el profesor Arquillo hijo, tal como se había aprobado en el cabildo de hermanos. Estos trabajos se realizarían sobre los tres titulares de la hermandad, el Señor de la Sentencia, la Virgen del Rosario y la Virgen de la Esperanza.
Sin embargo, la imagen apareció con un aspecto cambiado. La noticia se propagó rápidamente, y el escándalo fue tal que la Junta de Gobierno cerró la Basílica antes de lo previsto para intentar remediar lo sucedido. La imagen no sólo había sido limpiada, sino que se le había eliminado el barniz que se le dio en el año 2.012 y que había torcido, se le habían colocado unas pestañas nuevas y algo más que nadie era capaz de concretar.
Esa misma tarde, tras la reapertura de la Basílica, la Virgen lucía unas pestañas distintas, más cortas que las de la mañana. Y ya con el templo cerrado, fue intervenida de nuevo en un intento de devolverle su fisonomía tradicional. A pesar del esfuerzo del conservador y del imaginero Esteban Sánchez Rosado, la recuperación del rostro original no ha sido completa.
Una Junta de Gobierno ausente
La actuación de la Junta ha sido lamentable y oscurantista. Sin una comisión de seguimiento, con un Hermano Mayor desaparecido y una intervención realizada por Arquillo hijo que fue mucho más allá de una simple conservación.
Lo paradójico es que sí existía necesidad de restauración, pues desde 2012 la imagen presentaba un barniz oxidado y un brillo artificial. Pero lo aprobado por los hermanos fue una actuación conservativa, no una restauración (o casi), que es lo que ha sucedido veladamente.
Ocho años de decisiones controvertidas
Este último episodio no es un hecho aislado. La gestión del Hermano Mayor, José Antonio Fernández Cabrero, ha estado marcada por decisiones difíciles de entender:
- Cambio del recorrido de regreso en la Madrugada, eliminando puntos históricos como la Iglesia de la Anunciación o el Mercado de la Encarnación.
- Exhumación de los restos de Queipo de Llano y del general Bohórquez. Si bien con Queipo de Llano la presión sobre la hermandad se estaba volviendo insoportable, siendo noticia día sí y día no debido a la infausta ley de la “memoria histórica” (no existe la tal memoria histórica), aún así, los anteriores hermanos mayores habían capeado el temporal como habían podido, el general Bohórquez era miembro de la corporación con lo cual, su exhumación fue una verdadera patada al Código de Derecho Canónico, con una autoridad eclesiástica que se inhibió del caso.
- Accidente en el camarín de la Virgen en octubre de 2023, donde una filtración de agua o un fallo en el sistema antiincendios, afectó al manto de los Cisneros y lo que es aún peor: mojó a la Virgen.
- Falta de relevancia en la concesión de la Rosa de Oro, que se resolvió con una Liturgia de la Palabra en la Basílica con la imposibilidad que asistieran todos los hermanos y devotos que quisieran. Hablamos de uno de los hechos más importantes de la Archidiócesis de Sevilla, que fue orillado, en cierta manera, por los fastos del II Congreso de Hermandades y Piedad Popular. Dicho congreso se clausuraba con una procesión con imágenes de Sevilla y su provincia, entre ellas la de la Virgen de la Esperanza. Debido a la cercanía de fechas se optó por no celebrar nada especial, lo que no tiene mucho sentido debido a la importancia de la concesión.
- La última y más dolorosa, la intervención realizada sobre la Virgen de la Esperanza, que ha dejado su faz alterada
La actuación de la autoridad eclesiástica
A la espera de un Cabildo Extraordinario, la hermandad ha propuesto que la restauración definitiva la lleve a cabo el prestigioso Pedro Manzano, con la supervisión del IAPH. De hecho, mañana se retira a la Virgen del culto para trasladarla a las instalaciones del IAPH para su revisión y diagnóstico.
¿Y el Arzobispo? El martes 24 de junio, a las cuatro de la madrugada, Monseñor Sáinz publicó este mensaje en redes sociales:
“Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios.” (Alexander Pope)
MARÍA SANTÍSIMA DE LA ESPERANZA #MACARENA nos quiere unidos, como hermanos, como hijos suyos, mirando al futuro, caminando en la verdad y el bien. @Hdad_Macarena
No podemos obviar que la tesitura del Arzobispo era difícil por el escándalo formado y el no querer caldear más el ambiente. Apelar a la caridad era lo correcto, pero no se puede olvidar el agravio cometido contra los hermanos – actuar a sus espaldas como si el hermano mayor fuera un monarca absoluto – y los fieles. También ellos son sujetos de caridad y justicia, por eso, una invitación a la salida de la Junta de Gobierno y tomar el timón para convocar un Cabildo y preparar las próximas elecciones hubiera sido lo coherente. El hecho ha sido lo suficientemente grave como para que la autoridad eclesiástica interviniera.
Esta ha sido la pesadilla vivida en Sevilla. Sólo queda esperar que la Virgen se restaure lo antes posible y que la Hermandad recobre el camino del sentido común.
¡Viva la Virgen de la Esperanza!
6 comentarios
IGE: una cosa es el cotilleo y otra que se haya permitido la continuación de la Junta de desGobierno. Lo que se transmite es que aquí no pasa nada y no dimite nadie.
Creo que conviene poner las cosas en su sitio, con datos y con un poquito de sentido del humor, que es lo primero que se pierde cuando uno ve al demonio hasta en el maquillaje de una talla. En España hay unas 8.000 hermandades. De esas, UNA encargó una imagen polémica y este año un restaurador ha tenido la ocurrencia, bastante torpe, de maquillar a la Esperanza. Y ya está. No hay conspiración masónica. No hay un plan satánico infiltrando las cofradías como caballos de Troya con colorete.
Decir que «las hermandades están infestadas por Satanás» porque de 8.000 casos se han dado dos incidentes aislados es, sencillamente, un disparate. Con la misma lógica, si de 8.000 médicos uno receta mal, deberíamos clausurar la sanidad española por satánica. O si de 8.000 panaderos uno quema la barra, declararíamos que el pan es una trampa del maligno.
Este tipo de discursos alarmistas, disfrazados de celo piadoso, no hacen ningún bien: generan escándalo entre los fieles sencillos, enlodan la reputación de miles de cofrades que trabajan con fe y cariño, y —paradójicamente— terminan sirviendo más a la confusión que al Evangelio.
Así que, por favor, José Manuel, guarde usted su megáfono apocalíptico y dedíquese mejor a rezar por esos dos restauradores despistados, en vez de colgarles a ellos y a las hermandades enteras el sambenito del infierno. Y si necesita encontrar una conspiración, búsquela en su nevera: seguramente también está «infiltrada» por una tarta de queso.
Con afecto, pero con claridad.
¿Que a alguien se le ha ocurrido maquillar de más a una Virgen o darle brillo a una corona? Bueno, pues se corrige, se limpia y a otra cosa. La Iglesia lleva dos mil años enderezando meteduras de pata y jamás ha necesitado apocalípticos que confunden un colorete con el cuerno del Anticristo.
Y es curioso cómo los que más gritan «¡Todo está perdido!», «¡Satanás reina en las hermandades!» son siempre los que menos aparecen cuando se trata de poner dinero, tiempo o manos para cuidar las imágenes y organizar las procesiones. ¿Será que el demonio también se mete en el sofá, incitando a criticar desde casa mientras otros trabajan?
Por otra parte, si realmente hubiera un plan del infierno para infiltrar las hermandades, habría que reconocer que es un plan bastante chapucero: en cien años sólo han logrado dos o tres imágenes discutibles, un par de restauraciones mal resueltas y alguna túnica de color chillón. No parece un ataque muy brillante para el «príncipe de las tinieblas».
Así que, querido comentarista, menos novela de Dan Brown y más catecismo. La Iglesia no está infestada de demonios por culpa de un brochazo de maquillaje, igual que un Ferrari no deja de ser un coche por tener un rayón en la puerta.
Y si le preocupa tanto el buen gusto y la ortodoxia, acérquese a la hermandad, écheles una mano, o al menos un donativo para que puedan pagar al mejor restaurador. Pero por favor, no siga usted viendo un Armagedón en cada gota de barniz.
Un poco de sentido común, un poco de confianza en el Espíritu Santo, y un poco de humor… y verá usted que hasta el Ecce Homo acabó siendo una bendición para Borja. ¿Quién sabe? A lo mejor la Esperanza maquillada también nos deja una sonrisa y, con suerte, unas cuantas conversiones.
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