Mari Cospe se despendola
«Es el momento de que pidas tu oráculo. ¡El dios, míralo, el dios!»
Estaba hablando ante la misma puerta cuando de pronto se le altera el rostro, se le muda el color, su cabello se desata, el pecho le jadea, se hincha su corazón fiero de rabia, su estatura parece mayor y no suena su voz a voz humana, pues el poder del dios le va insuflando su aliento cada vez más cerca.
Aunque parezca lo contrario el texto citado no se refiere al mitin que lanzó María Dolores de Cospedal a la chavalería de provecta edad de Nuevas de-Generaciones del PP, por la celebración de su trigésimo cumpleaños, sino a la sibila de Cumas nada más llegar Eneas al templo de Apolo (Eneida VI, 45 – 50).