ERE que ERE

Mientras que la casta política, por acción u omisión, pretende que nos jubilemos a los 67 años, en Andalucía - ¿qué hemos hecho para merecer esto? – se descubre un nuevo caso de ERE a cargo del erario público.

Los políticos han sustituido el Bien Común por el Bien Comunal, es decir, el de la clase privilegiada. El PSOE ha evitado la constitución de una comisión de investigación - ¡viva la Democracia! -; al menos son sinceros – aunque esto no signifique nada -: la izquierda, cuando conquista el poder, lo usa sin ningún tipo de complejos.

El asunto de los EREs en Andalucía es un claro ejemplo de la falta de rubor, con la que los políticos se manejan. ¿Cuántos casos más habrá habido en todos estos años de poder socialista en la Junta?

No lo sabemos. Lo que sí conocemos es que los parados ya son casi 4.800.000 personas y que los comedores de Cáritas diocesana están colapsados, no dan abasto. Mientras el Gobierno se dedica a tomar medidas abracadabrantes para atajar la situación económica, como reducir la velocidad máxima de circulación hasta los 110 Km/h.

No importa. Los españoles lo aguantan todo.

Políticos corruptos, ¿o más bien pueblo corrupto? Porque los primeros surgen del segundo. Y cuando alcanzan el poder se constituyen como clase con la connivencia de sus gobernados.

En el año 1.521, los parroquianos de Omnium Sanctorum, de la calle Ancha la Feria, se amotinaron, tomando el pendón que el rey Alfonso X el Sabio había ganado a los almohades, que se encontraba en el baptisterio de dicha Iglesia, yendo a continuación al Ayuntamiento para apedrearlo, por la hambruna que estaban pasando.

Eran otros tiempos. Violentos si se quiere, pero con un sentido elevado de la justicia y del deber del gobernante, el administrador del Bien Común, obligado a dar a los miembros singulares del todo lo que les corresponde.

Hoy el pueblo se conforma con con pastar, como las ovejas. O buscar a un político amigo, que los meta en un ERE con el que evitar trabajar hasta los 67 años.

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