Y, como no, el que faltaba: al habla el presidente del Consejo de Cofradías

Éramos pocos y parió la abuela. Tras la polvareda levantada por la decisión de la Esperanza de Triana de no atender al caprichoso asunto de las JMJ, sólo faltaban las declaraciones de Adolfo Arenas, a la sazón presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla, para rematar la faena.

Por lo visto al Presidente le hubiese gustado que alguna imagen se trasladase a Madrid - ¿y por qué no el Cristo de la Clemencia de la Catedral? Para trasladarlo no habría que haberle pedido permiso a hermandad alguna -; aunque yo creo que lo realmente hubiese sido maravilloso es que el presidente del Consejo, en vez de reunirse ayer con el Alcalde socialista Monteseirín para negociar las prebendas y ayuditas – el convenio le llaman, eso sí, con voz engolada - lo que tendría que haberle pedido al ruinoso Alcalde es que se abstuviese de salir delante de los pasos con una vara, por ejemplo. O que hubiese dimitido en pleno tras el lamentable espectáculo que se dió con el pregón de la Semana Santa de este año. O sea.

Según ha expresado el señor Arenas – no confundir con Javier Arenas – le hubiese gustado que una imagen hubiese ido a Madrid porque:

A las hermandades no tenemos por qué situarlas, localistamente y limitadamente en una zona concreta. Eso no viene en ningún sitio. Tradición. ¿Y qué es la tradición?

¿Y tú lo preguntas, Adolfo, «mientras clavas en mi pupila tu pupila azul»? ¿Así que el presidente del Consejo no sabe qué es o no es tradición? Pues poniendo otro ejemplo, el Consejo no es tradición, ya que su aparición en el mundo de las cofradías se remonta a la década de los años treinta del siglo pasado y viendo, además, para lo que ha quedado, mejor sería eliminarlo.

Pero no quedó la cosa ahí. Preguntado el ex – hermano mayor de la Hiniesta, sobre las declaraciones de Monseñor Asenjo respecto a la formación, manifestó lo siguiente:

«¿Y lo duda alguien? Pero no sólo en la formación cofrade, sino en todos los terrenos. Es verdad que nos queda mucho camino por hacer, pero también hay que tener en cuenta el que hemos recorrido, que no se olvide». «Las hermandades deben aprender y deben saber cómo andar por este mundo. Y es verdad que hace falta formación. Lo que no quiero es que por un suceso interno —refiriéndose a la decisión de la Esperanza de Triana— se vaya a correr una mancha de aceite sobre las hermandades».

Es decir, que las Hermandades con siglos de historia a sus espaldas, como agrupaciones de laicos pertenecientes a la Iglesia, lo que tienen que saber es cómo andar por este mundo, no mirar a Cristo, referirse a Él siempre, y estar atento al Magisterio de la Iglesia.
Efectivamente, Adolfo, como ha señalado muy bien el Arzobispo, hace falta formación. Especialmente para el Consejo de Cofradías.

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