«El cristiano debe servirse de la fe para adelantar en la inteligencia de la verdad, no de la inteligencia para llegar a la fe»

Seguramente que Roscelin (1) no es completamente cristiano. Si ha sido bautizado, si ha recibido una educación cristiana, no se le debe escuchar en modo alguno; no hay que pedirle tampoco razón de su error ni darle pruebas de nuestra verdad. Desde el momento en que se le haya hecho conocer, sin vuelta posible, su perfidia, que anatematice el veneno que ha vomitado en sus discursos, o, si no se aviene a cambiar, que caiga bajo los anatemas de todos los católicos.

Es, en efecto, una imprudencia y una locura el poner entre las cuestiones dudosas y controvertidas, a causa de un espíritu que carece de sentido, lo que está bien determinado y sólidamente establecido sobre base firme. Conviene defender nuestra fe con los argumentos de la razón contra los impíos, no contra los que pretenden regocijarse y tener el honor de llevar el nombre de cristianos. A éstos hay derecho a exigir que observen sin dejarse conmover el compromiso adquirido en el bautismo; en cuanto a los otros, hay que demostrarles por la razón la poca razón que tienen para despreciarnos. El cristiano debe servirse de la fe para adelantar en la inteligencia de la verdad, no de la inteligencia para llegar a la fe; tampoco le está permitido renunciar a la fe con pretexto de que no puede comprender la verdad. Pero cuando llega a comprender, se alegra; si no puede, que respete entonces lo que no alcanza.

(1) Roscelin, bretón, canónigo de Compiègne y feje fe los filósofos nominalistas, pretendía introducir tres substancias en la Trinidad, defendiéndose con la autoridad de Lanfranco y Anselmo. En previsión de un concilio (que tuvo lugar efectivamente en 1092) en Soissons, y al que debía asistir Foulques, San Anselmo hace en la primera parte de esta carta una hermosa confesión de sus creencias y venga a su maestro Lanfranco. Encarga a Foulques de leer, si es necesario, su carta en el concilio.

Carta 73, A Fulques, Obispo de Beauvais, Tomo II, Obras Completas de San Anselmo, BAC, 1.953, p.627

Como la divina Providencia ha escogido a vuestra santidad para confiarle la conservación de la fe y de la vida cristiana, así como el gobierno de su Iglesia, no hay nadie a quien se pueda acudir mejor cuando surge en la Iglesia algo contrario a la fe católica, para que sea corregido por vuestra autoridad, y si se da una respuesta al error, a ningún otro se la puede mostrar con más seguridad que a vos para que sea examinada por vuestra prudencia.

Carta sobre la Encarnación del Verbo, Dedicatoria al Papa Urbano II, Tomo I, Obras Completas de San Anselmo, BAC, 1.952, p. 687

Deus, qui populo tuo aeternae salutis beatum Anselmum ministrum tribuisti: praesta quaesumus; ut, quem Doctorem vitae habuimus in terris, intercessorem habere mereamur in caelis. Per Dominum nostrum Jesum Christum, Filium tuum: qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum.

Amen.

¡Oh Dios!, que has hecho a san Anselmo ministro para la salvación eterna de tu pueblo, concédenos que merezcamos tener por intercesor en los cielos al que hemos tenido por maestro de vida en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos os siglos de los siglos. Amen.

Los comentarios están cerrados para esta publicación.