No olvidamos al Padre Faustino Gazziero
El 24 de julio de 2004, el Padre Faustino Gazziero fue asesinado cuando terminaba de celebrar la misa de la tarde en la Catedral de Santiago, junto al altar al que sirvió la mayor parte de su vida. El sacerdote no conoció a su asesino, ni éste tenía nada contra él, sólo se había propuesto matar al cura que estuviera celebrando en ese momento. Nada más que puro odio a la fe.
Cuando él murió, todos lamentaron los sucedido, pero nadie habló de persecución a los cristianos, ni de una oleada de odio a la Iglesia que azotara a nuestras naciones. Se culpó a un loco que tenía vínculos con sectas satánicas y nadie se acordó más. Tal vez faltó un ganador del premio Nobel que tuviera una agenda que imponer, o un lobby que lo usara para obtener votos en favor de una u otra ley.
Ahora, el lamentablemente fallecimiento de Daniel Zamudio a manos de un grupo de desalmados ha dado paso a las reacciones destempladas contra el fantasma de la “homofobia” que supuestamente recorre latino américa, y a la instrumentalización del sufrimiento de su familia, conviene recordar que crímenes y locos ha habido siempre, y que el hecho de ser víctima no implica que siempre tengas la razón.
Los asesinos de Daniel Zamudio están presos, y enfrentan a la justicia, con la posibilidad de pagar con cadena perpetua su horrible crimen. Es la reacción natural de una sociedad civilizada ante un hecho que nadie puede justificar o aprobar. El asesino del Padre Gazziero, en cambio se le declaró esquizofrenia, y se le recluyó en un manicomio por cuatro años, hasta que un psiquiatra determinó que la tenía bajo control y hoy anda libre.
¿Hay alguien que diga que el resultado análogo sería tolerable en el caso de Daniel Zamudio? ¿Y por qué sí lo es para el Padre Gazziero? ¿Acaso hay víctimas que lo son más que otras?
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