3.07.10

Emigraremos del planeta, ¿supongo?

En relación a la multa sobre el video a Intereconomía solo unas breves palabras de una Latinoamericana que no tiene más cabeza -o estómago- que para esto:

Señores del gobierno español:

Si este es el ejemplo que pretende ofrecer como legisladores al resto del mundo en contra de todo aquél que considere que las marchas y otras expresiones públicas de los participantes del Orgullo Gay son grotescas, de pésimo gusto e indescriptiblemente absurdas, mejor así, que nos lo vayan diciendo.

Lo que pasa es que, señores, cuando se dispare su ejemplo como pólvora por el planeta, entonces, ¿adónde esperan que tendremos o podremos irnos a vivir todos aquellos que opinamos de esta manera?

Emigraremos del planeta, ¿supongo?

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Claro, como Latinoamericana estoy -por el momento- fuera del alcance de una multa, pero mientras tanto hago de su conocimiento que, como Luis Fernando Pérez, yo también soy Intereconomía.

2.07.10

Sanctus Israel, Redemptor tuus

“Se nos ha dado esta humanidad para poder reconocerLe”
L. Giussani

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Al mirar esta imagen con detenimiento…

…supe lo que necesitaba.

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Destilad, cielos, el rocío;
lloved, nubes, al Justo.

Mira, Señor, la aflicción de tu pueblo
y envía al Prometido:
envíanos al Cordero que rige la Tierra,

Consuélate, pueblo mio, consuélate,
que pronto llegará tu salvación;

Te salvaré, no temas:
yo soy el Señor, tu Dios,
el Santo de Israel, tu redentor.

No te enojes Señor,
no te acuerdes más de nuestra maldad.
La ciudad del Santo está desierta;
Sión ha quedado arrasada,
Jerusalén, desolada,
la casa de tu santidad y tu gloria,
donde te alabaron nuestros padres.

Destilad, cielos, el rocío;
lloved, nubes, al Justo.

Hemos pecado y estamos manchados.
Hemos caído como las hojas
y nuestras maldades nos arrastraron como el viento.
Nos escondiste tu rostro
y nos dejaste con nuestra iniquidad.

Destilad, cielos, el rocío;
lloved, nubes, al Justo.

Mira, Señor, la aflicción de tu pueblo
y envía al Prometido:
envíanos al Cordero que rige la Tierra,
desde el desierto de Petra
hasta el monte de la hija de Sión,
para que rompa el yugo de nuestra esclavitud.

Destilad, cielos, el rocío;
lloved, nubes, al Justo.

Consuélate, pueblo mio, consuélate,
que pronto llegará tu salvación;
¿Por qué te consumes de tristeza?
¿Por qué se renueva tu dolor?
Te salvaré, no temas:
yo soy el Señor, tu Dios,
el Santo de Israel, tu redentor.

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Un venturoso fin de semana y bien merecido descanso a todos.
¡Deo omnis gloria!

Notas

Agradezco al usuario Javier por hacerme llegar la imagen de Jesús en Getsemaní.
Hallé la traducción del Rorate Coeli en un blog que otorga el crédito de la traducción a Bruno Moreno del blog Espada de Doble Filo de nuestro portal.

1.07.10

Deo omnis gloria

Cuando abrí este blog en agosto del año pasado (si, agosto del año pasado, así de joven es este blog), lo hice, principalmente, porque deseaba ejercitarme en la humildad.

Había deambulado durante tantos años en Internet discutiendo tan pero tan infructuosamente que mi humanidad se había endurecido. Me había expuesto a tantas emociones que para protegerme me había construido una coraza de soberbia. Y ¡vaya!, no me reconocía. Estaba, definitivamente, herida.

Por supuesto, no es que haya sido toda la vida un dechado de humildad, pero aquella Maricruz de antes de agosto del año pasado, definitivamente, no era yo.

Así que, deseando recuperar la salud, inicié la jornada -pero esta vez- con el objetivo de que fuera Deo omnis gloria (A Dios toda la Gloria)

Con estas dos ideas en mi alforja (y mis sandalias), eché a andar por los caminos del ciberespacio, en silencio y la soledad de Blogger sin anunciar a nadie mi existencia ni mis propósitos, y de los cuales únicamente el Señor estaba enterado. Aquél fue como el gesto inocente de una adolescente que se compra un bonito cuaderno para decorarlo y hacer de él un diario. Así, exactamente. Y, además, como había recién conocido a don Giussani a través de Internet, elegí como lema para aquél que sería mi itinerario de fe, una de sus frases más preciadas:

“…sólo tomar conciencia atenta y también tierna y apasionada de mí mismo puede abrirme de par en par y disponerme para reconocer, admirar, agradecer y vivir a Cristo. Sin esta conciencia incluso Jesucristo se convierte en un mero nombre".

Sin darme cuenta en ese momento, aquél propósito unido a esta toma de conciencia atenta, tierna y apasionada de mi misma sería lo que –a través de mi humanidad- me llevaría a Cristo de vuelta y –como si fuera poco- a recuperar la salud. Así ha sucedido, exactamente.

Alguno echará broma a los “chielinos” por nuestra afición al Cardenal Newman, pero lo que desconocen es que –al menos en mi caso- no fue Comunión y Liberación la que me condujo al Cardenal sino la pasión del Cardenal por el ser humano; y no fue Carrón quien me mostró a Giussani ni siquiera Giussani quien me mostró a Cristo, sino mis heridas y este amor apasionado que tengo desde niña por el ser humano.

Amor que empezó a adquirir madurez y carácter tras una década de conversiones (si, claro, ha habido y habrá más de una conversión en mi vida), década tras la cual empecé a adquirir auténtica simpatía por mi humanidad.

Y a eso, precisamente, venía; he venido a preguntarles a “boca de jarro”(como decimos en mi tierra): ¿Qué hace falta para que no tengas miedo de tu humanidad? ¿Cómo es posible el afecto por ti mismo, el afecto por tu humanidad tal como es? [1]

-oOo-

“¡Lo que tienes que hacer esta noche antes de irte a dormir es dar gracias de que exista todavía una herida en tu humanidad!” porque gracias a ella tendrás la posibilidad de “reconocer, admirar, agradecer y vivir a Cristo”. L. Giussani

Toma esta oportunidad para ser generoso contigo mismo y busca la respuesta, que ella te sirva para ofrecer ¡A Dios toda la Gloria!

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Notas

[1] Preguntas que lanza J. Carrón en el documento de los ejercicios espirituales de los universitarios de Comunión y Liberación. Rimini, Diciembre 2009.

30.06.10

Si nos falla la fraternidad… cristianismo de café

En aquella Mesa Redonda sobre el Estado Laico promovida por la Escuela de Ciencias Teológicas de la Universidad Católica de Costa Rica, llegué a escuchar por primera vez a uno de los expositores, al filósofo costarricense Luis Diego Cascante Fallas, a quien le dieron el papel de abogado del diablo. A raíz de su exposición -bien fundamentada, coherente y “desinstaladora"-, me quedé con interés de conocerle.

¿Adivinen qué?

A través de la profesora Grace Ulate, Directora de la Escuela de Ciencias Teológicas, he dado con él y nos hemos pasado prácticamente la mitad del día intercambiando mensajes de correo.

Cuando se lo solicité, me ha hecho llegar varias de sus investigaciones, una de las cuales es con la que hoy -literalmente- lo traigo hasta ustedes, ya que además -aceptando la invitación-, estará con nosotros para responder a sus preguntas y comentarios.

Elegí una de sus frases para titular esta entrada:

“Si nos falla la fraternidad… cristianismo de café”

aunque -más rigurosamente que yo- tituló el filósofo su nota:

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Fe y justicia

El libro del Éxodo (en particular 3, 1-15 y 6, 2-13) ha sufrido muchas lecturas. Respecto del nombre de Yavé, 3 y 6 son considerados hermenéuticamente como la emergencia de un proyecto divino de liberación.

La lectura medieval del “Yo soy el que soy” (Ex 3, 14) es metafísica, pues se interpreta que ‘el ser’ es el nombre primario de Dios (Cf. É. Gilson. (1969) L’ esprit de la philosophie médiévale. Paris: Libraire Philosophique J. Vrin, p. 50), indicando con esto que el ser es la esencia misma de Dios. Tomás de Aquino (1225-1274) dirá que Dios es ‘El que es’ (Ego sum qui sum), porque Él no tiene nada de otro, puesto que es su mismo Ser. Este principio contiene una densidad metafísica que le convierte en piedra angular de toda la filosofía cristiana. Un ser que habló así se atribuyó el SER con absoluta autoridad. No hay potencia en Dios al atribuirse el Ser plenamente, pues es un acto absoluto del ser en su pura actualidad, siendo la razón suficiente de todas las criaturas. Él es perfecto con perfección no recibida, sino con perfección existida, en virtud de lo cual es el ser necesario para el mundo y, en sí, eterno.

Los exegetas señalan actualmente que Dios revela su nombre a Moisés durante la visión de la zarza ardiente. Se trata de un Dios personal, el de los Patriarcas, que desea intervenir para liberar a su pueblo oprimido en Egipto y conducirlo hacia la tierra prometida. Este nombre el pueblo judío no lo pronuncia nunca. Las cuatro consonantes de YHWH (o tetragrama) son reemplazadas en la lectura por Adonai, “Señor, Dueño”, y traducido al griego por Kyrios. En las Escrituras hebreas, Yhwh es el nombre divino más utilizado (6828 veces).

Aquel “Dios de los padres” (v. 13a) se manifiesta ahora como “seré” (‘me manifestaré como’), el que estaré (con vosotros)”. “El futuro mira justamente a la acción salvadora ya inminente: la liberación de la esclavitud egipcia.” El nombre de este Dios no es otro sino Yavé, un nombre ya conocido, pero con nuevo sentido. Este Dios no es “el que es”, sino el Dios protector y salvador que venía hacia el pueblo oprimido. Se trata del Dios que escucha ahora el clamor de los israelitas oprimidos. El gesto liberador de Dios implica una nueva alianza, lo cual supone el acontecimiento salvífico (la liberación del pueblo oprimido). “Yavé” es un nombre programático para los hombres que luchan por su liberación” (J. Severino C.).

Con el cristianismo Dios es Amor. El amor es casi lo contrario al poder. Y, por eso, la definición significa que Dios (el “ominpotente”) no tiene más poder que su amor. El Reino de Dios (reinado del Amor) da una dimensión comunitaria, universal y terrenal a la filiación divina de cada ser humano. Dios es nuestro Padre (Abbá) y, este Padre, sigue siendo Dios, pero, si no hay nuestro, no hay Padre…La fraternidad era posible para Jesús (“el Reino está cerca”). (J.L. González Faus) Si nos falla la fraternidad… cristianismo de café.

Entonces llegamos a una desinstaladora conclusión: la justicia no es un imperativo moral de la fe, sino su reverso: Quien conoce a Dios practica la justicia (Jr 22,16).

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Luis Diego Cascante Fallas, filósofo costarricense.
Enseña filosofía en lenguas latina y griega en la Escuela de Filosofía de la Universidad de Costa Rica, de lo cual derivan sus investigaciones. Su énfasis es en filosofía medieval (San Agustín, San Buenaventura, Santo Tomás de Aquino, entre otros)

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Queda abierto el espacio a comentarios.

El Sr. Cascante, habiendo aceptado la invitación a participar, se hará presente en algún momento; ha dispuesto, además, su dirección de correo para adicionales preguntas y comentarios: [email protected]

Tengan, por favor, en cuenta el cambio de horario, a la hora de la publicación de la presente entrada son las 6am en Costa Rica.

29.06.10

Pensar lo que se vive y decir lo que se piensa

El Cardenal Newman tuvo clara conciencia de la importancia y un muy firme compromiso con la formación de los laicos, así fue como expresó su deseo de “un laicado no arrogante, ni precipitado en sus palabras, sino hombres (y mujeres) que conozcan su religión, que entren en ella, que sepan dónde están, que sepan lo que sostienen y lo que no, que conozcan su credo tan bien que puedan dar razón de él, que sepan tanta historia que lo puedan defender. Quiero un laicado inteligente, bien instruido – deseo (…) ampliar su conocimiento, cultivar su razón, para lograr una visión de la relación de una verdad con otra verdad, para aprender a ver las cosas como son, para comprender cómo fe y razón están una junto a otra, cuáles son las bases y principios del catolicismo”.

Desde la fe y la razón, deseaba laicos que pensaran, que aprendieran a hacerlo; y sobre cómo aprender a pensar no podría haberlo expresarlo mejor Jaime Nubiola, filósofo y profesor de la Universidad de Navarra: Hemos de aprender a “pensar lo que se vive y decir lo que se piensa", o lo que es lo mismo ejercitar la Reflexión y la Expresión.

Ha sido mencionada en innumerables documentos eclesiales la misión de los laicos en el mundo, esto lo tenía claro el Cardenal, incluso lo dijo anticipándose al Magisterio: “No tengo el temor de que ustedes se hagan malos católicos a través del conocimiento [ ], pues está supuesto que ustedes tienen un vivo sentido de Dios y son conscientes que tienen un alma que deberá ser juzgada y salvada. En todos los tiempos los laicos han sido la medida del espíritu católico… Ustedes deben ser capaces de expresar aquello que sienten y piensan…”

También quizá por eso, el teólogo y sacerdote Peter Neuner ha escrito: “Los católicos deben crearse su juicio propio a través de una amplia formación, deben ser capacitados para una decisión de conciencia independiente y por medio de ello deben llegar a ser compañeros adultos del clero, también en asuntos eclesiásticos”.

Compañeros adultos del clero, eso –precisamente- pasar de la etapa de comer papillas a la de comer alimentos sólidos según indicó hace muchísimo tiempo el mismísimo san Pablo. Compañeros adultos del clero, que el mismo clero reconozca en su madurez y capacidad, también.

Y, claro, esto se vuelve una exigencia en nuestros días, cuando no solo el mundo ha incursionado en la Iglesia (de cuyas consecuencias –lamentablemente- ya todos hemos probado), si no cuando la Iglesia, nosotros, cada uno, para poder seguir dando la cara por el Evangelio siente en su intelecto y en su propia carne la exigencia que el mundo hace por Su luz.

Pues bien, como preparación a la beatificación del Cardenal Newman y en su honor, en honor a Cristo y a nuestra vocación y misión, deseo llamar nuestra atención sobre la urgencia de que los laicos seamos capaces de expresar aquello que sentimos y pensamos, pero para ello hemos primero de aprender a pensar lo que vivimos.

Y a hacerlo, además, en comunidad.

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[1] Jaime Nubiola, de la Conferencia impartida a docentes católicos en la Universidad de Piura, Perú.

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Agradezco a Joan Figuerola por haberme puesto en contacto con esta conferencia a través de su blog Opus Prima