Corazones reventados
Yo no se, pero alguien que tenga corazón humano, cuando la realidad le presenta un joven dependiente de banco muy decente y con maneras de señorita, no puede menos que recibir ese impacto a manera de gracia y ternura; máxime si el dependiente le recibe con una enorme sonrisa, le atiende magníficamente como si fuera el único cliente del mundo y además lo despide con un “Dios la acompañe”.