InfoCatólica / Deo Omnis Gloria / Categoría: Una, santa, católica y apostólica

18.10.18

¡Qué loca vida la de la gracia!

Tiempo atrás, mucho tiempo atrás, un día –sufriendo por algo muy poco razonable- me paré en seco ante mí misma para decirme que aquello era absurdo ya que, en principio, sufrir era natural en aquél caso pero de ninguna manera llevarlo al punto en que lo había llevado que era llorar día y noche.

Fue, como les digo, hace muchísimos años, cuando apenas salía de la adolescencia.

Como no soy filósofo, ni teólogo, ni nada que se le parezca, si no –nada más- una mujer casi de sesenta años, ahora ama de casa, casera de profesión, debería decir, no estoy en capacidad de explicar el por qué sufrimos, si no, nada más, compartir con ustedes algunas de mis experiencias por si les sirve de ayuda.

Mis entradas al blog, en realidad, son como esas partes de la clase de catecismo en las que narraba la manera en que aplicaba el conocimiento que iba adquiriendo sobre mi amado Dios y Señor, sobre María, los santos y la santa Iglesia.

De tal manera que, es muy escaso saber el que ustedes hallarán aquí; sin embargo, para quienes me lean de seguido, se los agradezco ya que, es muy poco lo puedo hacer por los demás por lo que, lo poquito que haga aquí, no solo  me hace sentir útil sino que con ello espero estar dando gloria a Dios.

Pues, bien, tiempo atrás, algún tiempo atrás, he venido  pensando hacer una serie titulada “Conviviendo con… (todo tipo de sufrimiento)” tal como el de mi “pata chueca” que les narré anteriormente.

Y, le llamo “sufrimiento” solo para llamar su atención ya que, aunque una serie de sucesos y personas me hacen sufrir, gustosa paso por todo eso ya que, al final diviso una luz la que, se me revele o no claramente, permanece resplandeciendo e iluminando todo al punto de que, no sé ni cómo conservo la paz, la alegría y la esperanza. Siempre.

No se cómo ni por qué, pero ahí está y ha de ser obra de la gracia la que, dicho sea de paso, no sé ni por qué se me da, si sigo siendo la misma tonta pecadora de siempre.

Al respecto me “hago la loca” ya que, si me pongo a pensarlo mucho, empiezo a sentirme culpable por ser regalada con dones del cielo y, si no, me empiezo a vanagloriar. Así es.

Como les digo, mejor ni mucho lo pienso ya que en un “tris”, empiezo a pecar como si este cuerpo bendito fuera una maquinita de pecados automáticos. 

Qué loca vida la de la gracia! Viéndose uno sufriendo, por lo que sea que se sufre y, encima, sabiéndose entrañablemente amado. Muy infinitamente amado tal como un potencial candidato al cielo. Muy, pero muy deseo, de vivir en gracia. 

Supongo yo que, muy avanzado por este camino iba el seminarista de Camerún que murió postrado mientras rezaba el rosario.   

A nivel humano, es una atrocidad lo que hicieron con ese muchacho pero, detrás del dolor que nos produce su muerte, hemos de reconocer que el martirio es un acto que crea una belleza inenarrable.

Quiera Dios permitirnos participar de tanta belleza!. 

El martirio no es un acto heroico de las propias fuerzas, sino “una gracia concedida a personas heridas por la belleza de Cristo, por la hermosura infinita de su rostro”.
Menéndez Ros

Deo omnis gloria!

15.08.18

16.06.18

Algo estamos haciendo que no está a la altura de san Juan Pablo II

“Si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez?” (Mt 5, 13)

Uno no puede menos que comparar hechos y hacerse preguntas sumamente incómodas como, por ejemplo, cuál fue el aporte de san Juan Pablo II para que Polonia conservara su fe y cuál el del Papa Francisco para que en Argentina estén a punto de legalizar el aborto. 

Si hubiésemos tenido un papa irlandés me estaría haciendo la misma pregunta.
Me la hago con respecto al clero de cada país en el que se legaliza el aborto.

Algo estamos haciendo que no está a la altura de san Juan Pablo II

12.06.18

Monseñor José Rafael: ¿se puede comulgar siendo apóstata y blasfemo como el presidente?

Como si ya la cosa no estuviese color de hormiga para los católicos y evangélicos con este nuevo gobierno nos venimos a dar cuenta de que nuestro amado Arzobispo, Monseñor José Rafael Quirós, tiene como línea pastoral acoger al pecador antes de exigir su conversión.

Hemos visto que el presidente Alvarado no solo ha cumplido con promover el aborto colocando en el INAMU a la exdiputado abortista Patricia Mora sino que promete controlar la educación sexual y afectiva de nuestros hijos al colocar como Ministro de Educación al Sr. Edgar Mora quien, de paso, es un ególatra narcisista partidario del suicidio.

Sin mencionar que el día de la toma de posesión, el presidente excluyó a Dios del juramento constitucional e hizo lo mismo al juramentar a la Selección Nacional rumbo al Mundial de Futból.

El presidente Alvarado, además, dícese católico por lo que ha echado mano de la prensa para que lo capture asistiendo a misa y comulgando; recientemente lo hemos visto celebrando el día del Sagrado Corazón de Jesús al lado del Arzobispo.

No solo es de ahora y sin asco que el presidente instrumentaliza la fe que dice profesar sino que, antes de las elecciones, lo hizo al favorecer al grupo Coalición CR del que surgió la iniciativa de “defender a la Negrita” de la falsa amenaza de los evangélicos, con lo que consiguieron dividir a los católicos y hacer ganar las elecciones al PAC.

A todas luces, el actual presidente –si en verdad es católico- es un apóstata y un blasfemo al que, ni por asomo, se le está llamando a conversión.

Lo que es más indignante, porque parece tenerlo sin cuidado es que el Arzobispo, con toda claridad, está enviando el mensaje de que se puede ser un católico del tipo de Carlos Alvarado sin que existan mayores consecuencias para el alma.

Y no es que lo diga yo, lo dice la Iglesia: es imposible que la línea pastoral de un obispo sea colocada por sobre lo que demanda Jesús y la Iglesia de cada uno de nosotros.

Con esto quiero decir que, si ya no importa estar a favor de la vida, si ya no importa el nombre de Dios ni el reinado social de Jesucristo, si ya no importa estar en gracia para comulgar, que nuestro amado Arzobispo nos lo aclare públicamente y que si no, se lo aclare de manera contundente al presidente Alvarado. 

Mientras que el Arzobispo encuentre correcto que va primero la “acogida” del pecador antes de exigirle conversión, estaremos fregados.  Acaso no es la salvación de las almas lo que está en juego, el alma de presidente, incluida?

Qué es lo que ha cambiado en la doctrina? Ha cambiado algo o es solo que la línea pastoral del obispo tiene prerrogativa sobre lo que Cristo enseña en su Iglesia?

Monseñor Quirós podría pensar que está haciendo lo correcto y no habrá nada qué hacer al respecto, sin embargo, lo que no dejaremos de hacer, será juzgar sus acciones sobre las que -dicho sea de paso- valdría la pena se enterara de lo que va a pasar…

Lo que va a pasar es que, al final de cuatro años, se dará cuenta que todo lo que hizo y dijo bajo esa dichosa línea pastoral, se lo pasaron por la horqueta; y, lo que es más grave, habrá quedado asentado que se puede ser un católico apóstata y blasfemo como el presidente. 

Para entonces ya será tarde.

Cuántas almas habrán avanzado en el camino de su perdición y cuán inefectiva será toda actividad política que realicemos ya que no tendrá el apoyo doctrinal de quien tiene por deber de estado cuidar de su rebaño?

Recemos por el Arzobispo pero también por el resto de los obispos, para que no se dejen de la mano de Dios ni de María; pidámosles que consagren sus diócesis al Inmaculado Corazón tal como lo hizo Monseñor Garita.

Y, por favor, respecto a los obispos, evitemos generalizar ya que tenemos obispos y muchos presbíteros con quienes se puede contar; tal como el padre Sixto Varela, canciller de la Curia de la Diócesis de Alajuela, quien recientemente fue expuesto por la prensa al decir la verdad en su biografía de Facebook de donde, sin autorización, tomaron sus palabras para transformarlas en noticia.  

No dudo que algunos funcionarios de gobierno y medios de comunicación pidan su cabeza, incluido parte del clero ya que, por si no lo saben, existen quienes están en la línea pastoral del Arzobispo y otros que, en privado, cuestionan su proceder respecto al gobierno y otros asuntos.

La política no solo dividió a los laicos sino al clero o, quizá la división viene de antes y la política solo la hizo evidente pero, sea como sea, la división es una realidad.

Satanás estará frotándose las manos por lo que es una exigencia impostergable el vivir en gracia de Dios ya que este período de la historia no es jugando. Nunca fue un juego y mucho menos ahora.

La gracia de Dios es todo lo que necesitamos.

2.06.18

El párroco ideal

El párroco ideal es aquél que, si uno mira la Escritura, lo encuentra reflejado en ella.

Que, si uno mira el Antiguo Testamento, el párroco está en las acciones de los caudillos o miembros más sencillos de la tribu de Israel.

Que, si uno mira el Nuevo Testamento, lo encuentra en la conducta de los apóstoles y otros miembros de la comunidad.

El párroco ideal es, pues, un hombre que se ha dejado construir por el Espíritu de Dios y que, a la vez, recibe a María como Madre.

Madre del Hijo de Dios hecho hombre en cuyo corazón reposa y desde el que no solo encuentra al Hijo sino a sí mismo en plenitud.

Sea quizá por las diferentes ideologías que han influenciado a los clérigos a lo largo del tiempo, los párrocos se extravían poco, mucho o totalmente por lo que nos resulta difícil o imposible llegar a comprender el propósito de Dios para la figura del sacerdote.  

Así es como los vemos concentrados en ciertos aspectos del sacerdocio por lo que pierden de vista que su principal objetivo en la vida es ser hombres construidos por la mano de Dios en el corazón de María.

Poco o nada de su figura lo descubre uno en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento.

Dicen que es necesario un padre y una madre para que el niño construya su identidad y yo digo, además, que hace falta convivir con un párroco ideal para saber cómo vivir en Dios y desear ser santo.

De primera mano tengo la experiencia ya que buena parte de mi vida me la he pasado sin este tipo de párrocos y que, cuando los he tenido (he tenido solo dos en cuarenta años) constato que uno llega a florecer debido a su testimonio de vida.

De solo verlos y escucharlos uno descubre que en el propio corazón existen anhelos profundos que no ha conseguido satisfacer pero que el párroco los tiene colmados. Cosa que, dichosamente, sirve de acicate para recurrir al auxilio de Dios en procura de aquél bien para uno mismo.

Mi párroco, por ejemplo, es una delicia ver con qué naturalidad y firmeza expresa sus convicciones y de qué manera, a veces delicada y otras no, te corrige buscando tu bien; con tanto amor que parece que, a pesar de que podría no estar muy contento contigo, está punto de apretujarte como podría hacerlo un buen padre.  

Si, puede ser que el párroco tenga defectos pequeños o muy grandes pero en ello descubres que para Dios nada es imposible; es decir, que si al párroco, pese a sus defectos, el Señor lo conoce por su nombre, lo colma de gracia que con generosidad desparrama por doquier, por qué no habría de hacerlo contigo?

Yo, miro también al padre Jorge González Guadalix, bloguero de Infocatólica, narrando su vida, preocupaciones, enfados, alegrías o indignaciones ya sea desde Madrid o, como ahora, desde la sierra, y me digo qué don tan grande aspirar a tener un alma como la suya.

Miro a éste y aquél párroco y me digo ¡que don tan grande!

Así es, la realidad nos podría resultar abrumadora (la mía me lo resulta) pero quizá por eso el Señor me inspira, por mediación de María (sin duda Ella tiene todo que ver), a mirar detenidamente hacia aquellos rincones donde brilla su luz. Luz más que divina, su gracia que, por que da sentido, lo completa todo.

Valle de lágrimas? Sí, pero muy bello. 

Dios sea bendito en sus santos sacerdotes. 

NOTA: El sacerdote de la fotografía es mi párroco.