Flotando en el agua en una cucharita
Conozco una mujer católica funcionaria del Ministerio de Hacienda, esposa y madre de cuatro hijos quien después de su trabajo o muy temprano en sus días libres sale para el templo con su sagrario diminuto para hospedar en el al Señor a quien caminando llevará sobre su pecho por las calles de mi pueblo, haga frío o calor, a los enfermitos y ancianos que se le han encomendado.


El otro día fue tan gracioso lo que sucedió, el padre Iraburu me lo recordó con
Me gusta pensar que la buena voluntad que vaga por el aire en esta época es real y que además es don del Señor ofrecido tanto a las almas que le aman como a las que le buscan aún a tientas.





