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22.12.23

Poesía Y Navidad

                     «La estrella de Belén». Obra de Margaret Tarrant (1888-1959).



 

«Y así, las primeras buenas nuevas que tuvo el mundo y tuvieron los hombres fueron las que dieron los ángeles la noche que fue nuestro día, cuando cantaron en los aires: «Gloria sea en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad».


Miguel de Cervantes. El Quijote

 

  

  

Hay un género único en la literatura occidental, exclusivo de la cultura cristiana, que se hace eco del extraordinario acontecimiento que estamos a punto de celebrar. Jesús es el único hombre en la historia, cuyo nacimiento ha sido ampliamente celebrado a lo largo de los siglos por los más grandes poetas.

El conjunto de la poesía navideña es de una riqueza enorme, tanto en extensión como en calidad. Las primeras tonadas de las que se tiene constancia –el comienzo de la gran e inacabada corriente de cantos en honor al nacimiento de Cristo– se remontan a finales del siglo primero. Luego, tras un silencio de unos doscientos años, comienzan a oírse voces en Oriente y Occidente, cantando en siríaco, griego y latín el acontecimiento de Belén. De san Efrén o Efraín de Siria, que vivió en el siglo IV como asceta en una cueva cerca de Edesa, se conservan magníficos poemas navideños. Más tarde, los villancicos e himnos se volvieron en la Edad Media en casi innumerables, y desde entonces ningún siglo ha carecido de su abundante corona de canciones navideñas.

Lo que san Efrén escribe es a menudo solo doctrina versificada, con la que él esperaba, por medio de esta forma alada que es siempre la poesía, poner en fuga a los enjambres de herejes. Y así nos canta:

«¡Bendito sea el Niño, que ha hecho joven al hombre de hoy!».

Una vez más, con una ternura que apenas esperamos en el austero ermitaño, clama:

«¿A quién te pareces, niño feliz, hermoso pequeño, cuya madre es una virgen, cuyo Padre está oculto, a quien ni siquiera los serafines son capaces de mirar?».

Él inicia la tendencia, constante y mantenida en el tiempo, de colocar como temas centrales navideños, tanto el contraste entre la madre y su hijo, como la desemejanza entre la pequeñez del recién nacido y la inmensidad del Dios hecho hombre. Así hace decir a María:

«¿Cómo te abriré la fuente de leche, oh Fuente?

¿Cómo te daré de comer a Ti, que alimentas a todos con tu mesa?

¿Cómo llevaré a los pañales al que está envuelto en rayos de gloria?»

Desde entonces, lo curioso y extraordinario de los versos y villancicos navideños es cómo la profundidad de su tema se alía, sin padecimientos ni mermas, con la rima y el ritmo populares; cómo la lírica y la épica, propia de todo poema, se elevan hacia el Cielo sin que apenas se note, para cantar, como se ha venido cantando desde el primer verso de san Efrén y se seguirá cantando por los siglos de los siglos, la expresión poética de un principio teológico, de una sutileza metafísica inefable.

Sea a través de adustos ermitaños como san Efrén, de recoletas monjas como santa Teresa o santa Hildegarda, de silenciosos monjes como san Juan de la Cruz, de sesudos estudiosos como santo Tomás, de inquietos humanistas como Juan de Encina, de enormes literatos como Lope de Vega, o de la fecunda y apasionada fe popular, lo cierto es que la lírica navideña no ha dejado de florecer para nuestro deleite y para gloria de Dios.

A continuación, les dejo unas modestas, y muy particulares, antologías de mi cosecha.

POEMAS PARA EPIFANÍA Y REYES

MÁS POEMAS PARA NAVIDAD, ADVIENTO Y REYES

POEMAS PARA NAVIDAD I

POEMAS PARA NAVIDAD II

 

15.12.23

Navidad y regalos. Algunas recomendaciones

                   «La adoración de los Magos». Obra de Murillo (1617–1682).

 

   

   

«El ser humano está hecho para el don, el cual manifiesta y desarrolla su dimensión trascendente».

Benedicto XVI. Caritas in veritate

    

      

    

Sabemos que el regalo es una muestra de amor y generosidad. Y también de gratitud. Podríamos pensar que la gratitud es una virtud amparada bajo las inmensas alas de la caridad. Pero según Aquino esto no es así. Para él, la gratitud está relacionada con la justicia. La razón radica en el hecho de que la gratitud tiene que ver con Dios, se origina y finaliza en Él, pues Él nos da todo lo que somos: de Su voluntad depende nuestra existencia, y de Su gracia nuestra salvación. Sobre el efecto en nosotros de esa gratuita donación divina, Romano Guardini escribió lo siguiente:

«Dar y agradecer, que elevan al hombre por encima del funcionamiento de una máquina o del instinto de los animales, son realmente el eco de algo divino».

Y si la gratitud es uno de los «ecos» de Dios, y el regalo es su más pura expresión, no nos costará pensar que, en esta época navideña, en la que celebramos y recordamos el más increíble y esperanzador de todos los regalos –la encarnación de Dios mismo y todo lo que eso supone–, debamos de corresponder, no solo, y por supuesto, dándonos a Él por entero y a los demás como reflejo de esta entrega absoluta, sino, incluso, y mucho más modestamente, por medio de obsequios materiales y precederos a regalar entre nosotros, en imitación al oro, incienso y mirra que Él recibió de los Magos. Hay aquí una profunda teología que va más allá de lo que se puede expresar en estas pocas líneas.

Y lo cierto es que, los libros, los buenos y los grandes libros, que han sido siempre un buen regalo, se revelan hoy como un obsequio imprescindible. Así que ahí van una serie de sugerencias. Algunas, obvias, otras menos previsibles. En todo caso, les remito, como siempre, a mi blog y a mi libro, De libros, padres e hijos (RIalp). Quizás allí encuentren algo más de ayuda. Porque, sé que, tanto en uno como en otro sitio, faltan muchos títulos, y, quizá para algunos, sobren otros tantos. En todo caso, hay tanto donde elegir que no debemos inquietarnos: encontraremos seguro aquello que buscamos.

Y, por supuesto, les deseo a todos una feliz y santa Navidad.

  

PARA LOS MÁS PEQUEÑOS (LECTORES U OYENTES)

TODOS LOS LIBROS de Edith Nesbit, con su acertadísima combinación de aventura, misterio y fantasía. Una propuesta atemporal, en sabia respuesta a las naturales demandas del alma infantil, necesitada como nunca estos días de inocencia, asombro y maravilla. Los seremosbuenos, Los buscadores de tesoros, Los chicos del ferrocarril, La ciudad mágica, Historias de dragones, o la trilogía de la extraña criatura conocida como Psammead, (Cinco chicos y eso, La historia del amuleto y El Fénix y la alfombra); cualquiera de ellos será una elección irreprochable y segura.

EL VIENTO EN LOS SAUCES, de Kenneth Grahame. Un clásico de la literatura infantil, con un título poético que empuja suavemente a abrir sus páginas. Un libro que alterna la laxitud del sosiego con la acción trepidante; la relajante calma de un paisaje rural con una entrañable trama de relaciones entreveradas con deslumbrantes relámpagos de la verdadera amistad, y todo ello trufado de fino humor. El libro se centra en cuatro personajes animales antropomorfizados, en una versión pastoral de Inglaterra, en busca de algo universal: el hogar como lugar del descanso al que volver, donde todos hallamos la seguridad y el calor al amparo de la familia y los amigos. La novela destaca por su mezcla de misticismo, aventura, moralidad y camaradería, en un lenguaje colorido y hermoso.

EL HOBBIT, de J. R. R. Tolkien. El maravilloso preludio de El Señor de los Anillos. Una de las más grandes fantasías épicas hecha expresamente para los niños: como Alicia y como El viento en los sauces, El Hobbit tiene un origen doméstico, pues, como los otros dos, la historia fue ideada por Tolkien con la intención de entretener a unos concretos niños, en este caso sus hijos. Bilbo Baggins, un hobbit respetable y acomodado, vive cómodamente en su madriguera de hobbit en la Comarca, hasta el día en que el mago errante Gandalf el Blanco lo elige para participar en una aventura de la que quizás nunca regrese y que cambiará para siempre el mundo que le vio nacer: recuperar el hogar y el tesoro de los Enanos, usurpado tiempo ha por el horrendo dragón Smaug.

LAS CRÓNICAS DE NARNIA (serie), de C. S. Lewis. Hace más de 70 años C.S. Lewis creó una tierra de maravillas, fantasía y magia, de heroísmo, fe y sacrificio, y decidió dar a esta tierra el nombre de Narnia. Desde entonces, los cuatro niños Pevensie han vivido en la imaginación de muchas generaciones de niños, los cuales abrieron la puerta de su imaginación al tiempo en que, la más pequeña de los hermanos, Lucy, hizo chirriar las bisagras de un extraño guardarropa y entró en la tierra mágica de Narnia. Estos seis libros exponen la historia de Narnia desde la creación hasta la destrucción y más allá hasta su recreación por Aslan, el mítico león, prefiguración de Cristo.

GUILLERMO BROWN (serie), de Richmal Crompton. Intemporal, gratificante, encantador, y tremendamente divertido. Las aventuras y desventuras del escolar más desaliñado e inconformista que hayan visto los siglos. Es imperativo y altamente recomendable para la salud mental de nuestra sociedad, que el intratable Guillermo y sus amigos, Pelirrojo, Douglas y Enrique («los proscritos»), sigan seduciendo a las nuevas generaciones con sus discursos descuidados y reivindicativos y su resistencia ser domesticados. Una delicia humorística, para padres e hijos por igual.

EL DOCTOR DOOLITTLE (serie), de Hugh Lofting. En un mundo donde, pretendidamente, los ambientes naturales y las criaturas que los habitan son objetos y sujetos de cuasi adoración, las entretenidísimas historias del más famoso «médico» de animales, el famoso Doolittle, el que habla con las bestias, son de presencia inexcusable en cualquier biblioteca infantil que se precie.

EL CONEJO DE TERCIOPELO, de Margery Williams. La historia, tierna y atemporal, de un conejo de peluche y sus ansias por convertirse en un ser real… y quizá también algo más. Un álbum clásico que, además de relatar de forma dulce la relación afectiva entre un niño y su peluche, encierra también un mensaje trascendente: que el camino ––duro y sufriente–– para lograr una existencia real es amar y ser amado, lo cual tiene un eco cristiano difícil de silenciar.

AL CORRO DE LA PATATA, PITO, PITO, COLORITO: FOLKCLORE INFANTIL, o COLORIN, COLORETE. Cualquiera de los libros que recogen rimas y canciones infantiles tradicionales recopiladas por Carmen Bravo-Villasante, será una buena elección. Una serie de antologías populares imperdibles que es necesario recuperar cuanto antes. Como dejó dicho la propia Carmen, libros «para reír y para jugar, y también para aprender y seguir jugando. Todas estas rimas y juegos son: alegría y poesía».

LOS CUENTOS DE HADAS, de los hermanos Grimm, de Charles Perrault, de Hans Christian Andersen o de los rusos Afanasiev o Pushkin, (todos, preferentemente ilustrados, bien por Walter Crane, por Arthur Rackham, por Iván Bilibin o por Edmund Dulac). A decir del gran Chesterton, «en toda historia que se precie deben estar presentes estos tres personajes: la princesa, que es algo digno de ser amado; el dragón, contra quien hay que luchar; y San Jorge, que es alguien que ama y lucha al mismo tiempo», y todo ello lo encontraremos siempre en estos maravillosos cuentos.

LAS MÁS BELLAS HISTORIAS y LOS NIÑOS DE LAS RAÍCES, de Sibylle van Olfers y LOS NIÑOS DEL BOSQUE, EL HUEVO DEL SOL y LAS AVENTURAS DE BELLOTA, AVELLANITA Y CASTAÑITA, de Elsa Beskow. Un deleite estético y un bálsamo de belleza y verdad. En estos álbumes, hermosamente ilustrados, podrán encontrar sencillos cuentos de hadas desarrollados en un ambiente de contacto pleno con la naturaleza, y bajo la visión pura y maravillosa de un niño que se asombra ante lo creado.

PERICO, EL CONEJO, Y DEMÁS CUENTOS de Beatrix Potter. Según C. S. Lewis, con la lectura en su infancia de estos bellos cuentos, «llegó por fin, la belleza». Unos libritos de hermosa factura y mucho más hermosa ilustración, que proyectan una perspectiva novedosa –muy útil hoy– sobre nuestra relación con la naturaleza, al tiempo que dejan traslucir un intenso amor y deleite por los animales; estos son los protagonistas absolutos de los relatos a quienes la autora atribuye hábitos y emociones humanas, todo ello en el marco de tiernas historias sobre amistad y aventura y con el trasfondo de un encantador entorno rural.

EL SILVO DEL AIRE, tomo I (antología poética), de Arturo Medina.

  

PARA LOS MAYORES (ADOLESCENTES Y JÓVENES)

EMMA, de Jane Austen. Como todas sus novelas, una educación sentimental sobre las relaciones entre hombres y mujeres, que además es una fantástica lectura. Un curso acelerado sobre el auténtico noviazgo y su objetivo, el matrimonio, aderezado con virtudes aristotélicas y cristianas. A mayores, Austen nos habla aquí también de inteligencia e integridad en el amor: el afecto sensato, menos indulgente –y en cierto modo reflexivo–, es preferible, a largo plazo, a cualquier pasión amorosa, fogosa, pero ciega.

VALANCY STIRLING O EL CASTILLO AZUL, de Lucy Maud Montgomery. ¿Una novela de romance, una novela de crecimiento, un cuento de hadas? Esta obra de Montgomery es todo eso y algo más. Un bálsamo, una puerta a la esperanza a través del amor y el coraje, que, bajo el manto de una naturaleza sanadora, alejada del entorno claustrofóbico, ajetreado y mundano del mundo urbano, conducen a la protagonista al ansiado «castillo azul» de sus sueños.

REBECA, de Daphne du Maurier. Ejemplo de romance entremezclado con misterio y oprobiad que desde su publicación toca el corazón y la cabeza de los adolescentes profundamente. Una lectura apasionante que mereció una adaptación cinematográfica ya mítica, con Joan Fontaine y Laurence Olivier como protagonistas.

JANE EYRE, de Charlotte Brontë. La pasión y la razón. El orden de las cosas y el desorden del corazón. La afirmación de un carácter frente a un destino despiadado, conformado por la prudencia, la temperancia y la esperanza. Y con un final feliz donde la pasión amorosa es completada con afectos más perfectos y puros, como la amistad y la caridad.

LA HIJA DEL CAPITÁN, de Alexander Pushkin. Historia, amor y aventuras de la mano del maestro de los maestros rusos, el poeta del alma rusa. Un Pushkin que nos presenta a los dos protagonistas en el marco de la historia de la rebelión cosaca del cruel Pugachov, que sacudió el poderoso Imperio de Catalina II, La Grande. María, que representa a una heroína modelo de integridad, pureza, coraje y modestia y Piort, quien, por su parte, es ejemplo de fortaleza y entrega, porque, aunque conoce los peligros que afronta por salvar a su amada y preservar su honor, está dispuesto a caer bajo la espada y a desafiar retos aparentemente imposibles, y todo ello sin abandonar sus afectos y sus convicciones.

SECUESTRADO, de R. L. Stevenson. Otra obra maestra del maestro de la aventura. La prosa rica y fluida de Stevenson nos atrapa desde la primera página, y las desventuras del joven Balfour se convierten pronto en parte de nuestros afanes. Lo mismo que los de su alter ego, y al mismo tiempo reflejo, con Balfour, del propio Stevenson, el heroico Alan Breck. Se trata de una de las mejores novelas históricas jamás escritas, dando una visión muy vivida de la Escocia de mediados del siglo XVIII y de los levantamientos Jacobitas que allí tuvieron lugar. En suma, una lectura placentera, llena de emoción, suspense y acción, que, aun tiempo, trasporta al joven lector a una histórica Escocia, ruda y romántica.

EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, de J. R. R. Tolkien. «Un aviso y una inspiración», según el poeta W. H. Auden, nacida de ese «relámpago en un cielo claro», que era para C. S. Lewis, esta grandiosa obra es eso y mucho más. Un mundo paralelo, y al mismo tiempo, lejano y cercano a este mundo nuestro. La clásica misión heroica, pero al revés, donde se nos revela, sin querer, una visión católica del mundo, en la que el bien y el mal no son dos iguales que han de batirse en duelo, sino que el mal es una corrupción del bien y por ello hay que procurar realizar el bien siempre. Una misión a realizar por un héroe muy peculiar y atípico, un poco como todos nosotros; pero más pequeño: un hobbit, Frodo Bolson, y a su lado, una pléyade de personajes inolvidables, buenos y malos, leales y traicioneros, esforzados y pueriles: los Hobbits, los Elfos y los Enanos, y también los Orcos y demás seres malignos. Y Elrond, Gandalf, Aragorn, Galadriel, Legolas, Sam y Pippin, así como también Gollum, Sauron y Saruman. A no perderse jamás.

DAVID COPPERFIELD, de Charles Dickens. Comúnmente considerada como su obra maestra y su favorita personal, amén de parcialmente autobiográfica, esta novela de crecimiento gira en torno a las tribulaciones del protagonista, David, desde su infancia hasta su madurez, relatando las personas, situaciones y lugares por las que discurre su vida a medida que se desarrolla como persona. Como alguien señaló una vez, en la novela aprenderemos «el valor de la abnegación y la paciencia, la tranquila resistencia ante los males inevitables, y el valor del esfuerzo contra los males remediables».

IVANHOE, de Walter Scott. La novela de aventuras caballerescas por excelencia, que dio paso al, hoy tan trillado, género histórico. De concepción shakesperiana y trama apasionante, Ivanhoe es una novela tremendamente entretenida, llena de caballerosidad, justas, lances y rescates en medio de una intensa lucha del bien contra el mal. ¿Qué más se puede pedir? El cardenal Newman afirmó que fue la primera novela que «había dirigido las mentes de los hombres hacia la Edad Media».

MOONFLEET, de John Meade Falkner. El joven Trenchard vive en Moonfleet, un pueblo inglés con oscuros secretos. Un día descubre una cripta escondida debajo del cementerio donde los contrabandistas se reúnen y esconden sus mercancías. Pero esa cripta esconde algo más… una pista sobre el tesoro escondido de un viejo bucanero. Una gran historia de aventuras. Tras La isla del tesoro de Stevenson, quizá la mejor de las novelas de piratas y tesoros escondidos, a pesar de la discrepancia del propio Stevenson: «la novela que siempre quise escribir, sin embargo, lo único que pude hacer fue “La isla del tesoro"».

CAPITANES INTRÉPIDOS, de Ruyard Kipling. Harvey Cheyne, el caprichoso y mimado hijo de un millonario de 15 años, es arrancado de la cubierta de un transatlántico por una ola fatal que lo arroja al océano y cambia por completo su vida. Recogido milagrosamente por un pesquero, Harvey se ve obligado a pasar la temporada de verano en los grandes bancos del Atlántico Norte, pescando bacalao como un tripulante más del navío. Cuando regresa a Gloucester, Harvey se reúne con sus padres como un joven distinto, maduro y dispuesto a afrontar las responsabilidades de una vida adulta, tras haber adquirido en la travesía los atributos morales que le hacen un digno hijo de su padre.

DOS AÑOS DE VACACIONES, de Julio Verne. En esta novela, el genio francés, nos presenta las vacaciones que cualquier joven habría deseado vivir. Una isla desierta, tiburones, piratas, nativos antropófagos y mil aventuras más, en la subyugante atmosfera que acompaña al compañerismo y la viril competencia de una banda de hermanos. Junto con la anterior novela de Kipling, una muestra más de los beneficios de la sanidad del «patriarcado» bien entendido.

LA PIEDRA LUNAR, de Wilkie Collins. En su decimoctavo cumpleaños, Rachel Verinder recibe como regalo un gran diamante procedente de la India, conocido como la Piedra Lunar. Pero esa misma noche la joya es robada… La historia a la que T.S. Eliot llamó «la primera, la más larga y la mejor de las novelas policíacas modernas», llena de misterio, suspense y perspicacia psicológica, contada desde la óptica de cada uno de sus protagonistas.

LA SERIE DE LA PAREJA DE TOMMY Y TUPPENCE BERESFORD, de Agatha Christie. Las andanzas del «matrimonio de sabuesos» compuesto por los, alegres y, aparentemente, frívolos, Tommy Beresford y Prudence ‘Tuppence’ Cowley, harán las delicias de los amantes del misterio clásico. Jóvenes, enamorados… y arruinados. Este es el punto de partida que lleva a la pareja protagonista a embarcarse en un insólito plan de negocio detectivesco: «Jóvenes aventureros, sociedad limitada», cuyo lema lo dice todo: «dispuestos a hacer cualquier cosa, e ir a cualquier parte; ninguna oferta irrazonable será rechazada». Las dos primeras novelas y el libro de relatos, son lo más recomendable. Entretenimiento, emoción y buen pensar a manos llenas.

CUALQUIERA DE LAS NOVELAS O CUENTOS de P. G. Wodehouse, preferentemente los de Jeeves y Wooster, los de Psmith, y las historias del castillo de los Blandings; un mundo idílico: como dijo Evelyn Waugh, sus personajes y sus historias «se desarrollan en el Edén. Los jardines del Castillo de Blandings son ese jardín original del que todos estamos exiliados». A tener en cuenta también, El hombre que fue su propio hijo, de F. Anstey, historia en la cual un padre y un hijo, residente este en el típico internado inglés, intercambian mágicamente los cuerpos. C. S. Lewis la llamó «la única historia de escuela veraz que existe» y la recomendó vivamente. Y desde el centro del Imperio Austro-Húngaro, las increíbles, divertidas y entrañables historias de la familia magiar de Los Gyurkovics (o La familia Gyurkovics), deliciosamente escrita por Francisco Herczeg. Para comenzar a reír y no parar. 

EL SILVO DEL AIRE, tomo II (antología poética), de Arturo Medina.

   

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