Pikolín
Cuando nosotros éramos jóvenes, hubo anuncios publicitarios que nos marcaron de tal manera que se convirtieron en expresiones de nuestro hablar cotidiano.
Hoy me he permitido la broma de utilizar algunas de estas frases para ilustrar historietas de la vida parroquial. Si pongo anunciantes, mis disculpas… Y adelanto que algunas de las frases son de los años sesenta… Así que los jóvenes…
- ¿Qué dices? Que te fagorices. Era el final de un anuncio de electrodomésticos, que venía a ser algo así como que me dejes en paz. Sigue siendo válido. Se podría emplear cuando aparece el vocabulario progre - ampuloso - rebuscado. Anda ya, que te fagorices…

Hay profesores expertos en ampliaciones, paréntesis, glosas y circunloquios. Hay obispos y sacerdotes especialistas en grandilocuencia, relaciones teológico - filosófico - ecológico - sociales. Tienen ese don. Agarran un versículo evangélico, un mandamiento o una norma de derecho positivo y poseen la capacidad de convertirlos en una programación de eco teología, un tratado de sí pero no, aunque según podría ser que vaya usted a saber, una homilía sobre la inmensidad de la mirada de Dios sobre las sombras del cambio climático y la importancia de la abstinencia de carne no como ascesis penitencial, sino en clave ecológica, que, evidentemente, no hay comparación. La abstinencia como práctica penitencial es un absurdo. La abstinencia como forma de contrarrestar las ventosidades vacunas y su contribución al aumento de la temperatura del planeta es algo de obligado cumplimiento.
Porque no se puede denominar de otra manera. Fue algo indignante y bochornoso. Los demás adjetivos, ustedes mismos.
Lo de ser cristiano es más simple que el mecanismo de un botijo. Lo que pasa es que de puro simple asusta o de puro simple hay gente a la que le parece que hay que buscar cosas más nuevas, extraordinarias, que sorprendan y llamen la atención. Ganas de hacer el canelo.