En tiempos recios, rodillas clavadas en el suelo
Cada santo tiene sus devotos y también, cómo no, sus detractores. Santa Teresa de Calcuta, siendo el ejemplo más evidente de la tan cacareada opción por los pobres y de una vida consecuente con su pensamiento, es una santa deliberadamente omitida en el santoral más progresista.
Las razones son de todos conocidas, y es que fue capaz de demostrar con su vida, con la de las Misioneras de la Caridad, con la ingente obra de su instituto, que la opción por los pobres, la de verdad, no significa en absoluto cargarse la doctrina, y que justificar lo de ponerse la doctrina por bonete con la memez “pero está con los pobres” no se sostiene por más que se apuntale con la Pachamama, la bandera arco iris y una cena solidaria. Que no.

No es nada sencillo, pero a base de esfuerzo ya ven que se ha conseguido que una simple declaración desde Doctrina de la Fe se haya convertido en noticia de primera en medios periodísticos generalistas y toda una bomba en el seno de la Iglesia.
Uno puede discutir, discrepar, pelear, debatir… lo que sea. Cada cual tenemos nuestras ideas que, equivocadas o no, son nuestras y punto final. Lo que a un servidor le molesta no son las discrepancias, sino la sensación de que alguien te está tomando el pelo. Esta sensación, por partida doble, la tengo en este momento.