Conserve cada cual su puesto
Había una vez un anciano fraile que siempre que surgía un conflicto en la comunidad exclamaba: “conserve cada cual su puesto”. Sabio religioso. Porque aquí los grandes conflictos de las parroquias estriban justamente en esto.
¿Y cuál es el puesto de cada cual?
El mayor problema en todo esto es que a los curas nos encanta hacer de laicos, especialmente de trabajadores sociales. Es mucho más gratificante dar bolsas de comida a los necesitados, arreglar los papeles de Mohamed, buscar un trabajo para Oswaldo Humberto y acompañar al médico a la señora Rafaela que esa ingrata tarea de educar en la fe, celebrar los sacramentos, animar a la oración, echar buenos ratos en el confesionario y ayudar y exhortar a sus fieles a vivir no según el beneplácito de los hombres, sino conforme a las exigencias de la doctrina y de la vida cristiana.

Acabo de recoger el correo como cada día. Un auténtico fardo de papel con cosas del más variopinto. A ver que hago un resumen.
De cura de pueblo aprendí pequeños refranes que a lo tonto, lo tonto, te enseñan cosas para la vida. Un dicho era eso de que “amigos muy amigos, pero el borrico en la linde”. Es decir, que ser amigos no significa que yo tenga que consentir todo lo que se te ocurra y tragar lo que buenamente te plazca. Amigos, muy amigos, tomamos unas copas, pero las cositas muy claras.
Tengo una amiga que me dice que el tiempo de la homilía de su párroco le viene muy bien para pensar en la compra y la lavadora. Que es empezar el buen hombre a predicar y directamente desconecta y comienza a dar vueltas en la cabeza a sus cosas.
Los informes que Cáritas presenta de cuando en cuando son una cosa muy seria y de un enorme prestigio. No solo son noticia en prensa, sino que constantemente son citados por sociólogos, economistas, políticos de uno y otro bando.





