29.08.13

Un aborto de cuarenta y dos semanas

Y además de libro. Porque en él coinciden nada menos que dos supuestos de libro. Por un lado un niño enfermo, con problemas. Por otro, una deteriorada salud psíquica de la madre, perfectamente tratada y medicada por su psiquiatra y que desembocó en una profunda depresión post-parto. Bien es verdad que el aborto se produjo cuando el niño llevaba ya cuatro semanas fuera del vientre de la madre, pero no vamos a ponernos quisquillosos ahora por unas semanas más o menos.

El caso se ha producido hace apenas unos días en la comunidad de Madrid y como no podía ser menos me ha llevado a pensar en esa tragedia diaria que se llama aborto. Una madre, con depresiones, y afectada gravemente por una depresión post-parto asfixia a su bebé de un mes de vida entre otras cosas porque no acepta que el niño haya nacido con problemas. Naturalmente la madre fue puesta a disposición judicial. Problemillas de calendario, porque si la muerte del bebé se hubiera producido unas semanas antes no solo no pasaría absolutamente nada sino que incluso se hubiera considerado desde sectores de esta podrida sociedad como algo lógico, natural, normal y hasta signo de amor de esa madre que prefiere renunciar a su hijo antes que traerlo a este mundo para que sufra. Se te ponen los pelos de punta.

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27.08.13

Necesidad de formación. Y a las pruebas me remito

La realidad supera a la ficción. Cuando hablo de falta de formación elementalísima de muchos católicos, no lo hago porque sí. Es que uno lo constata día a día. Hoy dejo algunos ejemplos. Sucedidos completamente reales. Y no exagero un ápice.

BAUTISMO. Una de las charlas de preparación con los padres: “Mire, el padrino será mi cuñado, es testigo de Jehová, pero no creo que importe mucho ¿verdad?”

Más de BAUTISMO. La mamá que viene a la parroquia porque el niño va a hacer su primera comunión y hete aquí que no está bautizado. “Que cuándo podemos bautizar al niño para que haga su primera comunión. Ganas que tienen de complicarnos la vida a los padres. No sé a cuento de qué hay que bautizarle para eso”.

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26.08.13

La misa te da sorpresas, sorpresas te la la misa, ay Dios

No, no me refiero a misas con rosquillas y calimocho, versos de Tagore y la hermana Veneranda repartiendo gominolas. Eso se supone que ya lo deberíamos tener superado.

La misma celebración de la eucaristía, la fetén, la que es fiel a la liturgia y al misal, la mismísima misa del domingo, la que no tiene nada que reprocharse en lo litúrgico, lo pastoral o doctrinal, no cabe duda de que se hace diferente según quién sea el celebrante. Porque D. Manuel es de misa rezada, homilía de cinco minutos, y en poco más de media horita podéis ir en paz. D. Justo no sabe entenderse sin predicar por debajo de los quince o veinte minutos y los tiempos de silencio los alarga, alarga, alarga… El P. Senén es de cantos personales: kiries, gloria, diálogo del prefacio, prefacio, palabras de la consagración, aclamaciones, sanctus, agnus… Y al P. Juan le encanta que se cante en cada momento y si no tiene coro se lo hace él mismo.

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25.08.13

Vegetarianos por el derecho a decidir

Más o menos todos sabemos lo que es un vegetariano: un señor (o señora, perdón) que no come carne. Punto. Los hay más estrictos que también suprimen pescado, lácteos y huevos. Otros admiten alguna o algunas de estas cosas. Pues ya está. Coma cada cual lo que le plazca.

Lo curioso serían otros tipos de vegetarianos. A saber:

Vegetariano que no practica. En su mente está encantado con lo de la lechuga, el tomate, las patatas, la soja y las algas marinas, aunque en la práctica es alguien que practica la elegancia gastronómica de chuletón, solomillo, chorizo de Cantimpalos y morcillas de Burgos. Sencillito: es vegetariano más que nadie, mucho más que esos que no salen del tomate y la achicoria, lo que pasa es que no practica.

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24.08.13

De los nervios en misa (o morcillas las de Burgos)

No siempre es uno el que preside la celebración. Puede suceder que concelebres en la eucaristía, por ejemplo, o que participes como simple fiel en la liturgia. He de reconocer que en ocasiones acabo de los nervios. No me digan por qué, pero hay cosas que me quitan la paz. Que a lo mejor están bien hechas o son convenientes, que en eso no entro, pero que en lugar de ayudarme a entrar en el misterio me sacan de él, de forma que en vez de participar y disfrutar de la ceremonia acabo deseando que aquello termine pronto para poder ir en paz.

¿Puedo poner algunos ejemplos? Evidentemente que sí, y seguro que los lectores tendrán otros mil. Allá van los míos.

Lo que peor llevo son las innumerables “morcillas” (1) interrumpiendo constantemente el ritmo. Vamos a ello. Padrenuestro y rito de la paz sin ir más lejos:

- Fieles a la recomendación del Salvador… porque el padrenuestro es la oración de la comunidad, la oración que nos hace hermanos, en la que hemos de fijarnos en cada palabra, porque no podemos rezar de cualquier manera… bla, bla, bla… ¿Rezamos o no rezamos?

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