Empeñados en hacer el ridículo (y 2)
Este verano deben tener la oficina de prensa de la Santa Sede en manos de algún becario o de alguien con pocas ganas de trabajar.
Ya saben que el Boletín de la Santa Sede es una fuente diaria de información del día al día del Vaticano: renuncias y nombramientos episcopales, audiencias, documentos…
Preparando el noticiario semanal que un servidor ofrece cada viernes a las 21 h. de Madrid o 15 h. de Miami, he acudido al Boletín para descargarme los textos de las catequesis del papa de las audiencias de los miércoles y del ángelus de domingos y algunos festivos. Y me he llevado una sorpresa. Juzguen ustedes mismos:

Ni me había dado cuenta. Por más que uno tenga en cada parroquia el
Hay que distiguir. Porque, efectivamente, una cosa es quitarse el sombrero como respeto ante la Iglesia, el santo padre, el obispo y hasta si quieren el señor cura, la educación que no falte, y otra muy distinta la sumisión servil de quien se siente obligado a decir amén a todo pensando que otra cosa es ir contra la Iglesia y contra el papa.
Seamos claros. En la Iglesia son hemos pensado que existían dos partes bien diferenciadas, o si quieren tres. Una de ellas, la formamos los cristianos viejos especialmente de Europa. Ya saben, los de siempre. Luego podemos hablar de Norteamérica, que son poderosos porque tienen medios materiales, como Alemania. Finalmente, los países de misión, Hispanoamérica y ya, a la cola de la catolicidad, los negritos de África. Pues miren por dónde los negritos, y con todo el cariño utilizo la palabra, nos han salido respondones y nos están dando sopas con honda.





