Obispo Salinas, castidad y memez
Lo del obispo de Mallorca, Javier Salinas, intercambiando un anillo con su secretaria, y llevarlo en el mismo dedo, al lado del anillo episcopal, no es un problema principalmente de castidad o no, es problema de supina memez. Algunas veces, tampoco tantas, saltan casos de curas, frailes u obispos a los que se ha pescado en actitud poco edificante en temas de sexto mandamiento. Pues bien, en la mayoría de los casos lo que en realidad encuentras es un problema de falta de sentido común.

Tengo un amigo que me dice que se informa de las noticias de Iglesia en internet, e incluso que es lector habitual de algunos blogs, pero que se limita a eso, sin pararse nunca en los comentarios a noticias y entradas de blogueros.
Frases que uno ha escuchado de siempre y que, a la que te descuides, acabas haciendo tuyas como si fueran las bienaventuranzas. Porque no me digan que no queda bonito y súper guay eso de que “Navidad es compartir”. Vamos, una frase de esas que sueltas y luego rubricas con una sonrisa de satisfacción y autosuficiencia.
A mí es que eso de que “todos somos” siempre me ha parecido una sandez y además una cursilada. Tuvimos ese momento de que todos somos “Charlie”, todos París, y hasta me he encontrado con el P. Juan Masiá, S.J., proclamando, sin cortarse un pelo, que todos somos París y todos somos terroristas. Pues mire, no. Terrorista lo será usted si acaso.
Me viene hoy a la cabeza una reunión de esas de parroquia en la que se hablaba de algo tan inusual como la opción por los pobres. Uno de los asistentes, experto en reuniones, con estudios de teología, aunque creo que no llegó a ordenarse, nos decía que mientras los ricos comíamos buenos solomillos, entrecots y marisco, los pobres tenían que conformarse con unas sardinas que encima les destrozaban la salud.





