Rafaela: los de fuera no vienen, y los de dentro... acabaremos yéndonos
Tiempo sin saber nada de Rafaela. Pero no iba a dejar ella de felicitarme la navidad y el nuevo año.
Triste la he encontrado. Yo sé que estos días a muchos ponen melancólicos, a ella la primera que en estos días echa en falta a tantos ya. Triste porque me dice que le duele la parroquia, su parroquia, donde fue bautizada, hizo su primera comunión, se casó, se ha confesado tantas veces -sobre todo antes- y ha acudido en tantísimas ocasiones a rezar, a misa, a limpiar, a todo lo que ha sido menester.

Le tengo afición al despacho parroquial, qué le vamos a hacer. Me encuentro cómodo y ya que estoy bien en su mesa, dejo abierta la puerta por si acaso.
No hace mucho una amiga, misionera seglar destinada ahora en África, me escribía manifestándome su sorpresa por el avance del laicismo y de los ataques a la iglesia católica. Contaba cómo, en poco tiempo, había tenido que soportar dos interrupciones a gritos de la celebración de la eucaristía. ¿Qué está pasando?
Me dicen que lleva San José unos días buscando posada por Madrid. Parece ser que el bueno de José recordaba de otros años cómo Madrid era una ciudad acogedora, que siempre les había dispensado una extraordinaria acogida cada año en navidad.
Siete añitos y un bichejo de mucho cuidado.





