Parroquias: garantizar el acceso a la gracia
No sé los demás, pero con el paso del tiempo uno va desprendiéndose de muchas adherencias y acaba con un esquema vital de lo más simple. Me pasa en mi vida pastoral. Miren que servidor ha hecho de casi todo y que he tenido que tocar mil palillos. Encuentros, convivencias, reflexiones, teatros, asambleas, idas, venidas, manifiestos, dinámicas. De todo.
Bien. Hoy pienso en mi vida sacerdotal y en el trabajo parroquial y me parece que si no garantizamos lo esencial, el resto no dejan de ser florituras inútiles.
PRINCIPIO FUNDAMENTAL: la vida cristiana, la santidad, el cielo, se hacen imposibles sin la gracia. Claro como el agua clara.
PRIMERA CONSECUENCIA: No hay tarea de mayor importancia ni de más calado que garantizar el acceso de los fieles a la vida de la gracia.

Hace unos días me vinieron a la parroquia unos chavales, quince o dieciséis años, no creo que más. Querían pedir permiso para vender en la puerta alguna cosa destinada a un proyecto solidario que estaban haciendo con personas de la calle. Como es natural me interesé por el proyecto, que se apresuraron a describir.
Posiblemente uno haya sido un tanto ingenuo, pero hasta ahora no había sido consciente de tantos mangoneos, acusaciones, juego por debajo, intrigas. Te dicen que en la Iglesia, y hablamos de alto nivel, siempre se han dado algunas cosas no del todo confesables. Posiblemente como antes todas las fuentes de información eran boca a oreja, nada trascendía a lo que pudiéramos llamar el gran público. El problema es que hoy algunas de estas cosas aparecen abiertamente en los medios y posteriormente, cocinadas y manipuladas, cada uno aprovecha para arrimar el ascua a su sardina.





