Dagas florentinas y cuchillos cachicuernos
Posiblemente uno haya sido un tanto ingenuo, pero hasta ahora no había sido consciente de tantos mangoneos, acusaciones, juego por debajo, intrigas. Te dicen que en la Iglesia, y hablamos de alto nivel, siempre se han dado algunas cosas no del todo confesables. Posiblemente como antes todas las fuentes de información eran boca a oreja, nada trascendía a lo que pudiéramos llamar el gran público. El problema es que hoy algunas de estas cosas aparecen abiertamente en los medios y posteriormente, cocinadas y manipuladas, cada uno aprovecha para arrimar el ascua a su sardina.
- Hable claro, padre, clarito.
- Sea, pues, y con cosas de hace pocos días.

Ya me extrañaba a mí. Porque Rafaela, en cuanto que hay algo polémico o alguna cosa de iglesia sale en la televisión, con cualquier disculpa coge el teléfono y me llama. Aparentemente nada, que si cómo estás, y qué tal tus sobrinos, para, a continuación, ese consabido “por cierto, yo quería preguntarte una cosa…” Y ahí es donde la cosa se complica.
Te meten el dedo en la boca y es que no paran. Tenía hecho el propósito de no decir ni palabra de la