El Chuchi en vaqueros
El gran error de la liturgia de estos últimos años ha sido el de olvidarse del culto a Dios para reconvertirse en cuchipanda fraterna. A partir de ahí, todo deviene en invento para fomentar la fraternidad y hacer el encuentro lo más ameno posible.
Dentro de esa amenidad, que demasiadas veces acaba en el más absurdo infantilismo, me vienen a la cabeza hoy esas hojas litúrgicas, esos folletitos salpicados de dibujines tan ¿simpáticos? como memos y con los que nos creemos que convierten a la fe al más tibio de los mortales.
Dibujitos si quieren, que no son otra cosa, pero que transmiten una idea. Yo creo que ya está bien de caricaturas de Dios Padre, de Jesús con camiseta, de traducir todo al lenguaje del comic naif. La fe no se puede presentar como una cosita de ji, ji ja, ja superficial, de colorines, corazoncitos, abrazos for ever y saltemos todos juntos por el camino del arco iris.

Las palabras se queman, y una vez quemadas producen un cierto empacho. Servidor ha decidido vacunarse en la medida de lo posible, y he decidido, por la cosa de la salud verbal, que en los próximos meses voy a intentar evitar en la medida de lo posible dos palabras, una por lo civil y otra por lo eclesiástico.
Es cosa de lenguaje. Estamos comenzando a poner en marcha en la parroquia una posible Hermandad con el título de Hermandad del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora de los Dolores. Con dos finalidades principalmente: el mantenimiento y promoción de la capilla de adoración perpetua y la propagación de la devoción a la Virgen de los Dolores sacando adelante la procesión anual con su imagen. No faltan quienes me dicen que dónde vamos con una cosa tan antigua, que eso de las hermandades está pasado de moda. Incluso que eso de capillas de adoración al Santísimo habría que preguntarse si es lo mejor que se debe hacer ahora.





