La caridad chachi guay
Hace unos días me vinieron a la parroquia unos chavales, quince o dieciséis años, no creo que más. Querían pedir permiso para vender en la puerta alguna cosa destinada a un proyecto solidario que estaban haciendo con personas de la calle. Como es natural me interesé por el proyecto, que se apresuraron a describir.
Fue ocurrencia de un profesor y consistía en salir por la ciudad, hablar con personas sin techo, preguntar qué necesitaban y comprárselo. Punto y final. Uno, que lleva en Cáritas su tiempo, solo hizo una pregunta: ¿esto lo coordina Cáritas, alguna ONG, hay algún profesional que os asesore…? No, me respondieron. Nosotros, lo que se nos ocurre, lo que nos han dicho…

Posiblemente uno haya sido un tanto ingenuo, pero hasta ahora no había sido consciente de tantos mangoneos, acusaciones, juego por debajo, intrigas. Te dicen que en la Iglesia, y hablamos de alto nivel, siempre se han dado algunas cosas no del todo confesables. Posiblemente como antes todas las fuentes de información eran boca a oreja, nada trascendía a lo que pudiéramos llamar el gran público. El problema es que hoy algunas de estas cosas aparecen abiertamente en los medios y posteriormente, cocinadas y manipuladas, cada uno aprovecha para arrimar el ascua a su sardina.
Ya me extrañaba a mí. Porque Rafaela, en cuanto que hay algo polémico o alguna cosa de iglesia sale en la televisión, con cualquier disculpa coge el teléfono y me llama. Aparentemente nada, que si cómo estás, y qué tal tus sobrinos, para, a continuación, ese consabido “por cierto, yo quería preguntarte una cosa…” Y ahí es donde la cosa se complica.





