En vez de a los Heraldos, que intervengan a los jesuitas
Llevan los rumores algún tiempo. Se dice, se cuenta, parece ser, llegan informaciones… según las cuales los Heraldos del Evangelio podrían estar en el punto de mira vaticano y esperando no se sabe muy bien si una intervención o quizá, más probable, algún tipo de comisario pontificio que acuda a echar una mano, no sabemos si al cuello.
Evidentemente no sé nada de las entrañas profundas de este Instituto de derecho pontificio. Nada de nada. Los conozco algo porque he tenido la suerte de que quisieran acudir a la parroquia para realizar una misión mariana, hemos convivido, rezado y trabajado juntos, y me parecen gente excepcional.

La señora Carmena dirá lo que quiera, pero cuando alguien se refiere a una situación diciendo que “esto es el despatarre”, no se está refiriendo a mayor o menor abertura de piernas de varón o de mujer, que no se me tache de discriminador a estas alturas, sino a una situación esperpéntica, absurda, rocambolesca: “es que esto ya es el despatarre”.
No soy licenciado en derecho, pero de papeles entiendo algo, y me parece que en esto de las inmatriculaciones de bienes a favor de la iglesia católica hay mucha desinformación, mucha manipulación y ganas de confundir al personal haciéndole creer que matricular un bien a favor de alguien es estafa pura y dura, especialmente si quien inscribe el susodicho bien a su favor es la iglesia católica. Es decir, la iglesia está robando los bienes al pueblo.
Es lo que tiene Rafaela, que lo mismo desaparece una temporada, que toma el teléfono y no da tregua. Me dice que acaba de ver en internet, que nunca se imaginó ella lo entretenido que podría llegar a ser un ordenador, que en Madrid, con motivo del día ese de los gays -ella lo dice de otra manera-, van a renovar algunos semáforos para que sean más políticamente correctos. En lugar del muñequito -siempre varón- los va a haber con muñequitos hombres y muñequitos mujeres, que van a ir de la mano entre ellos. En la imagen lo pueden ver.
Rafaela está estupendamente, lúcida, alegre, vital y peleona como siempre. Nos llamamos alguna vez, comentamos cosas, pero sabe que yo ando con mucho lío y ella tampoco quiere quemarse la sangre.





