Cuántas horas por semana tiene que trabajar un cura
No me gusta cuantificar el trabajo en la parroquia por horas. Alguna vez he contado que, cuando me viene un compañero nuevo para incorporarse al trabajo pastoral, me lo llevo al parque, que está en un alto, le enseño el territorio de la parroquia y le digo: toda esa gente que vive ahí, nuestros feligreses, es cosa nuestra que vivan en este mundo con dignidad material y moral y que después de esta vida lleguen al cielo. Dicho esto, no me preguntes por horarios.

En la homilía de ayer, solemnidad de Santiago Apóstol, recordaba un servidor el
Pues a lo mejor. Porque varios comentaristas y otros por mail me dicen que mi problema es que soy un cura amargado, empeñado en ver siempre el vaso medio vacío. La consecuencia, parece ser, es haberme convertido, dicen, en un señor serio, sin pizca de sentido del humor y que vive en un estado de cabreo permanente.
Pues sí, porque hoy por la tarde, al acabar las misas del domingo, hice una revisión de lo que había predicado en la homilía y la cosa no puede ser más terrible.
Acabo de encontrarme esta mañana en las redes con un artículo de D. José Lorenzo, redactor jefe de Vida Nueva, en el que ha decidido explicar a sus lectores la razón de