Yo sí tengo un perrito que me ladre
Me van a perdonar mis lectores por un post tan poco piadoso en estos días navideños, pero es que me ha salido del alma dar hoy gracias a Dios por la compañía de Socio.
Por si acaso aún hay alguien que no sepa a qué me estoy refiriendo, recordar que Socio es un encantador perro de raza Westy que llegó a mi casa va para doce años. Simpático, cabezón como su raza exige, alegre, aficionado a jugar y con dotes especiales para el fútbol, incluyendo un espectacular remate de cabeza. Sí, dar muchas gracias a Dios por Socio.

Esto no es lo que era. Este año el ángel no va a poder anunciar el nacimiento de Cristo porque han llegado muchas almas al cielo de humanos víctimas del COVID y al final se han dado varios positivos entre los coros de los ángeles, incluyendo un par de arcángeles y numerosos querubines y serafines. El padre Dios no ha querido asumir riesgos y, habida cuenta los medios técnicos, ha preferido apostar por las redes sociales.
Contaban de un pobre rabino, de justas luces y escasos conocimientos, que, tras sus explicaciones de los libros sagrados, ante cualquier pregunta incómoda, simplemente respondía: “pecado preguntar".
Ya saben lo que dice, que aquí en cuanto algo se pone de moda estás perdido. Nos pasamos un año por lo menos en el que todo era misericordia: Domund de la misericordia, sacerdotes para la misericordia, Caritas en la misericordia, religiosos para ofrecer misericordia. Ahora ya no toca. Ahora lo que se lleva es la sinodalidad. Y luego, dice, lo del cambio climático y, por supuesto los inmigrantes.
Algún día revelaremos el nombre del pueblo de Rafaela, cuando ella lo considere oportuno. Basta saber que hablamos de la sierra. Lo que sí vamos conociendo son algunos de sus vecinos. Habitual Joaquina. Don Jesús es como el párroco de todos nosotros, aunque tenga sus cosas, pero nadie es perfecto. Por aquí aparecieron el señor Mariano y la María, y perdón por el artículo, que ya sé desde la escuela que no es de buena educación anteponer artículo al nombre propio, pero ellos así lo dicen y se me fue pegando. Lo superé en los años de Madrid, pero he vuelto a caer en ello al llegar al pueblo. Ustedes lo disculparán.