Misa para dos
La señora Juana, de La Serna, es especial. Cuando llegué a estos pueblos le pregunté por la asistencia a misa:
- Pues mire usted, dos o tres no le han de faltar.
- No, si digo los domingos.
- Pues eso, que los domingos dos o tres no le han de faltar.
Algunos domingos no llegamos.
Ayer amaneció nevando y con mucho frío, como se pueden imaginar. Mi costumbre es abrir la iglesia con mucho tiempo, así puedo preparar las cosas con tranquilidad y rezar un poco. Tres o cuatro minutos antes de la hora, ahí que te viene Juana, con sus ochenta y ocho recién cumplidos, bien abrigada, ayudada por su bastón y una sonrisa que ilumina el día.

Hay que estar ciego para no ver la tristísima realidad de la Iglesia católica hoy. Lo de los números es solo la consecuencia de la descomposición interna. Conventos que se cierran cada día, vocaciones en caída libre, práctica sacramental bajo mínimos, audiencias papales con vacíos sangrantes. Estas son las consecuencias. ¿Qué ha pasado? ¿Qué está pasando?
Servidor mismo. Ayer sin ir más lejos.
Ya saben que servidor es muy suyo, o muy mío, y que tiene su forma de administrar el blog. Atentos que no digo que sea una forma buena o mala. Es mía. Simplemente mía.
Este es hoy el problema de muchas familias católicas. De vez en cuando me encuentro con personas que se dirigen a un servidor pidiendo que les ayude a encontrar una parroquia de confianza donde acudir a misa, confesarse y llevar a sus hijos a catequesis. Mi primera respuesta es la fácil: todas las parroquias son de confianza.