Fracaso y memez de la simpatía como opción pastoral
Vaya por delante que mejor es encontrarte con un sacerdote que saluda amablemente y pregunta por la familia y se toma un café si surge, que no con otro que al pasar a tu lado te saluda, si te saluda, con un rebuzno. Dicho esto, también conocemos todos a sacerdotes que nunca fueron un dechado de simpatía y sin embargo tuvieron parroquias muy vivas.
Digo esto porque hemos tenido en la iglesia unos años en los que hubo gente empeñada en que la mejor opción pastoral era la simpatía, el quedar bien y el ser amables con todos. Sacerdotes que hicieron de esta táctica la única clave de su ministerio y que gracias a ella son recordados con cariño y afecto y con un reconocimiento de las bondades, cercanía y campechanía de don Romualdo. Ya saben: qué buena persona era don Fulano, qué simpático don Mengano.

Hace apenas un mes celebramos el quinto aniversario de la dedicación del templo parroquial. Desde entonces, cada año tratamos de “darnos” un regalo como conmemoración que nos ayude a ser mejor parroquia, más fraterna y más evangelizadora.
Antes de nada me voy a permitir recordarles que llevo colaborando treinta y cinco años en Cáritas, que en la parroquia de un servidor funciona un servicio de empleo que lleva atendidas a más de mil personas de las cuales ha conseguido reinsertar en el mundo laboral a más de un 35 %, y que también llevamos el primer economato de Cáritas en Madrid que está dando servicio en la actualidad a cien familias.
Pues ya ven, es un capricho de un servidor como sacerdote y religioso agustino que fue. Yo creía que eso era un imposible, pero acabo de leer unas declaraciones del defensor del pueblo andaluz en las que se refiere a la catedral de Córdoba, como un monumento con dos templos que tienen dos historias y eso hay que regularlo conforme a su propia idiosincrasia.





