A Rafaela le dieron con la puerta jubilar en las narices
Mira que es poco partidaria de pisar Madrid. Pero no ha quedado más remedio que ir “de médicos” y en eso sus sobrinos son inflexibles. Si hay que ir al médico, se va, y como al final siempre hay que hacer varias cosas, pues se pasa unos días con ellos en la capital, tan tranquila y así se mueve menos.
Afortunadamente, lo del médico, bien. Pequeños controles, una analítica de urgencia, revisión de la boca y hasta gafas nuevas, que, ya que estamos, hay que aprovechar para todas estas cosas.
Perfecto, Rafaela, así que en una semanita todos los objetivos cumplidos. No te quejarás.

Tiempo sin saber nada de Rafaela. Pero no iba a dejar ella de felicitarme la navidad y el nuevo año.
Acaban de terminar las fiestas del pueblo de Rafaela. La casa, hasta arriba: sobrinos, resobrinos, una cuñada. Pues nada, todos bien venidos que es la fiesta y ya nos apañaremos.
Rafaela no salía de su asombro. La tarde anterior había recibido una llamada de don Jesús que le había pedido hablar con ella tranquilamente para aclarar malentendidos y quitar toda sensación de malas relaciones entre los dos. Donde quiera, Rafaela, si le viene bien que me pase por su casa, o en la parroquia, o donde mejor le venga. Pues en mi casa mismo, don Jesús. Pues en tu casa. En mi casa y se queda a comer con nosotros.