Estoy echado a perder. Higinio ¡te necesito!
Pues sí, porque hoy por la tarde, al acabar las misas del domingo, hice una revisión de lo que había predicado en la homilía y la cosa no puede ser más terrible.
Tengo en mi disculpa que ayer tocaba la parábola del trigo y la cizaña, para nada misericordiosa, todo lo contrario, dura y agria, al punto que teólogos como Higinio Fernández y Pepe Mario de la Atalaya sostienen que es un añadido posterior cuando en la comunidad de Mateo dos grupos se dieron de leches acusándose mutuamente de haber descuidado el trigo y perder la cosecha por las malas hierbas. No me extrañaría.
Me doy cuenta de que mi primer fallo estuvo en admitir que en este mundo hay gente buena (trigo) y mala (cizaña). Craso error, ya que los más eximios teólogos y pensadores nos han dejado claro que el pecado original no existe, luego todos somos buenos por naturaleza. Ya lo dijo el gran Summers que “to el mundo é güeno”.

Acabo de encontrarme esta mañana en las redes con un artículo de D. José Lorenzo, redactor jefe de Vida Nueva, en el que ha decidido explicar a sus lectores la razón de
Es lo que hay, aunque haya gente que no se lo crea.
Ante todo, que no tiemble vuestro corazón, amigos y hermanos curas del arciprestazgo, porque con la fama que tengo, algunos se habrán puesto de los nervios al descubrir que hoy escribo de los curas de mi zona.
Estoy convencido de que la capilla de adoración perpetua de la parroquia es lo mejor que tenemos, con mucha diferencia, y lo que está dando y dará grandes frutos.





