El gozo de leer libros de solera
Desgraciadamente no tengo muchos, aunque sí algunos ejemplares curiosos e interesantes que llegaron a mis manos de unos viejos amigos que me los quisieron donar.
Suelo pasar la mañana de los miércoles en mi pueblo natal. Allá tengo la mayor parte de mi elemental biblioteca y es cuando de verdad pudo disfrutar de libros, papeles, recuerdos, documentos… Que no todo va a ser pasear a Socio, que también.
Muchos días aprovecho para tomar entre mis manos uno de los tomos del Año Cristiano de Croisset, una edición de 1818, que es una belleza. Una encuadernación en piel suave al tacto, amable. Ese papel de siglos. Los textos. Emocionante.

Como pueden comprender, correos de mis lectores recibo con abundancia. Raro es que los haga públicos. Raro. Pero hay ocasiones en que la cuestión me parece tan sangrante que creo que debo hacerlos públicos aunque cambiando algunas cosas por respeto a la identidad y garantizar que no puedan ser identificados. Por eso he omitido la localidad desde donde me hacen llegar el correo, aunque me lo dicen, para limitarme a las comarcas.
Los judíos eran gente de pedigrí. Hijos de Abraham. No digamos si además pertenecían al grupo de os fariseos, saduceos, escribas, a la clase sacerdotal. No necesitaban más. El Pueblo elegido. Los primeros en decir sí a la alianza… pero que ahora rechazaban la nueva alianza en Cristo.





