Pa uno o dos que van, no merece la pena
Mis pueblos no son Madrid, ni las tres parroquias la Beata Mogas. Lo primero a lo que he tenido que acostumbrarme es a olvidarme de iglesias llenas, gente a cualquier hora y amplia respuesta de los fieles ante cualquier iniciativa.
Celebro misa cada día, los domingos en las tres parroquias y los días laborables, dos en cada uno de los pueblos. La asistencia, escasísima, especialmente en días laborables. Algún día he celebrado solo, con una persona, con dos… alguna vez con siete u ocho… También ocurre los domingos. Ayer, sábado, fui por la tarde a suplir a un compañero en una parroquia cercana. Misa dominical. Cuatro personas: dos religiosas que acudieron con las llaves para preparar todo y dos más. También esto es Madrid.

Hay un fenómeno, bien es verdad que afortunadamente escaso, que siempre me ha causado un cierto estupor. Me refiero a esos maridajes de sacerdote y grupo –comunidad pueden llamarlo- que unen los destinos de ambos con más fidelidad y estabilidad que en un matrimonio de los de antes. De dos formas se da este fenómeno.
Que un periodista afirme que una cosa es el evangelio y otra la doctrina, es algo que no pasa de una simple opinión muy suya. Que alguna Joaquina despistada lo corrobore, no deja de ser anecdótico y una cuestión de menor relieve. Que lo afirme un sacerdote resulta preocupante. Que lo sostenga el cardenal Joseph Tobin, arzobispo de Newark, es como para que se te pongan los cuatro pelos que te quedan como escarpias del siete.
Pues ya ven, esto que parece el summum de la perfección evangélica, la cima de la nueva evangelización y la expresión más sublime de la caridad pastoral, es el mayor fraude, la manipulación más torticera de la realidad y el retorcimiento más sinuoso de la teología que pueda darse, y todo en aras de una supuesta “actualización bondadosa e imprescindible” de la praxis pastoral. Se lo explico.
Cinco años y medio en Infocatólica, cientos y cientos de post, más de cinco millones de visitas… He decidido que ha llegado el momento de empezar a pedir algo a cambio. Oigan, que ya está bien de gratis total.





