El papa, yo, y algún que otro obispo
El P. José era claramente pesimista en lo que él veía una deriva hacia el abismo de toda la Iglesia católica. Por eso, fatalmente, nos decía a sus alumnos:
- Tal y como está la Iglesia hoy, salvarnos, lo que se dice salvarnos, el papa, yo, y algún que otro obispo.
Y lo del papa, en su fuero interno, no creo que lo tuviera nada claro, porque era Pablo VI y no era precisamente de su devoción.
Frente a estas ideas del P. José, surgían otras mucho más amables y cordiales. Época en la que se aceptó por muchos católicos, entre los que debemos colocar sesudos profesores de teología, esa teoría según la cual, al ser Dios infinitamente bueno y misericordioso, no podía admitirse la mera existencia del infierno. Estos eran los más radicales. A su lado, los que buscaban pasar por más ortodoxos, aceptaban la existencia del infierno, aunque vacío, por supuesto.
Ni el P. José ni los católicos setenteros, algunos siguen hoy erre que erre, podemos decir que tienen razón. En cualquier caso, el número de los que se salvan, así le preguntaban en el evangelio de ayer al Señor, debe ser cuestión de mínima importancia cuando el Señor no ha tenido a bien revelarnnos el dato.
Decía ayer a mis feligreses que la pregunta clave no es si se salvarán muchos o pocos, si el infierno está vacío o si las almas caen en él como copos de una nevada con la excepción del P. José, el papa -con reservas- y algún que otro obispo. La pregunta clave es si me voy a salvar yo. Impresiona.
Jesús pide que entremos por la puerta estrecha. Interesante en estos tiempos en los que constantemente se pide a la Iglesia que sea comprensiva y flexible incluso con los mayores pecados. Momento histórico en el que todo es comprensión, quejas por ser estrictos, llamadas no a la comprensión del pecador, sino a la justificación de cualquier quebranto a la ley de Dios por horrible que sea.
Tiempos de desprecio del sacrificio, de creernos con derecho a todo, incluido el cielo, simplemente por nuestra cara bonita. Hemos llegado a un momento en el que pareciera que uno puede ciscarse en los mandamientos, uno por uno, y encima hacerlo pasar como caridad, sinceridad personal y “mi modo” propio de vivir el evangelio.
No conocemos el número de los que se salvan. Ni falta que nos hace. Sí sabemos el camino para la salvación de cada uno: la puerta estrecha. Sí, esa que tiene como dintel a Cristo y como jambas los mandamientos, la oración y la vida sacramental.
31 comentarios
Cuando pasaba por delante de una me acordaba de lo de la puerta estrecha y como había que hacerse como niños para pasar
El problema es cuando intentamos hacer una puerta a la medida de nuestras miserias y defectos en vez de esforzarnos por agachar el lomo para entrar por la puerta que da a la vida
Como esa traducción inventada del "por todos" en la parte más sagrada de la Santísima Misa. El Señor dijo "por muchos". Las intenciones y actitudes de esa extraña y "libre" traducción "creativa" nos da pistas de lo mismo de siempre. De nuevo la ambigüedad, siempre la ambigüedad de esta oscura y tétrica etapa.
No sabemos cuántos se salvan, gracias a Dios, además somos libres... pero las palabras del Señor son: "entrad por la vía estrecha, pues son POCOS los que la transitan y MUCHOS los que van camino de la perdición", eso no se dice si después son mayoría los que se salvan, no es coherente ni tiene sentido la frase así interpretada. Luego dice "MUCHOS son los llamados y POCOS los escogidos", eso tampoco se dice si la mayoría se salvan, es pura lógica del lenguaje. Y las palabras que Él escoge sí importan, y mucho.
Dicen que un tercio de los ángeles cayeron junto a lucifer, y eso que ellos no tenían el pecado original. Así que las grandes cifras no son ninguna exageración.
En efecto, el "porcentaje" de condenados y salvados no nos importa, porque es algo ante todo individual, pero saber que hay auténticas muchedumbres que se condenan cada día, y para toda la eternidad, ya es suficiente para estar atentos, saber que es muy, muy fácil irse para el infierno nos pone en guardia y nos prepara, y eso es saber que un número muy grande de los que hoy viven irán al infierno por toda la eternidad. ¿Un 60%? ¿un 30%? ¿Un 15%? ¿Un 80%?, obviamente la cifra, muchas veces con una curiosidad vacía ó malsana, no nos aporta nada, pero saber que ese porcentaje es alto (los MUCHOS dichos por nuestro Señor) sí nos ayuda a ponernos las pilas y a tomarnos en serio nuestra salvación y la de nuestros prójimos, porque realmente nos la jugamos todos. Por eso hay que combatir el relativismo moral y la banalidad con que se afronta el pecado en nuestra época.
Una cosa es cierta, los católicos tenemos muchísimas más facilidades de salvarnos, por los Sacramentos y la sana Doctrina, además de la oración, pedid y se os dará. Tenemos la Verdad y a "Dios con nosotros". La responsabilidad es enorme, y nuestra obligación, siempre, trabajar en la viña del Señor para la SALVACIÓN DE LAS ALMAS, porque Él no quiso que ninguno se perdiera.
Saludos cordiales
Si lo básico de nuestra sta. religión que es comulgar en Gracia de Dios no se hace ¿ Cómo estará todo lo demás ?
porque no puedo pasar ;
la hiciste para los niños,
yo he crecido a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta,
achícame por piedad ;
vuélveme a la edad bendita
en que vivir es soñar.
(Unamuno)
Un alma naturalmente religiosa hasta el extremo, aunque vacilante en la rectitud de la Fe y atormentado.
No un maestro seguro, pero sí una inspiración poderosa.
2. San Agustín nos dice: "Así pues, todos los pecados contra naturaleza, como fueron los de los sodomitas, han de ser detestados y castigados siempre y en todo lugar, los cuales, aunque todo el mundo los cometiera, no serían menos reos de crimen ante la ley divina, que no ha hecho a los hombres para usar tan torpemente de sí, puesto que se viola la sociedad que debemos tener con Dios cuando dicha naturaleza, de la que él es autor, se mancha con la perversidad de la lascivia”.
3. San Juan Crisóstomo: "Pensad en aquella lluvia que hizo arder a Sodoma. Es imagen en este mundo del fuego real que quema al impúdico en el infierno. ¡Cuán enorme debe ser el pecado que trae el infierno sobre la tierra! ¡Oh hombre! ¡Hasta qué punto degradas tu nobleza!”.
4. Pues eso, a bendecir a parejas sodomitas, adúlteras y homosexuales, y dar notoriedad al mundillo arco íris, que el infierno está vacío o no existe. Pero, qué raro que Dios siendo infinitamente bueno y misericordioso, destruyera Sodoma y Gomorra.
5. La Palabra de Dios nos revela que el infierno existe y no está vacío.
6. Y que el matrimonio sacramentado es indisoluble hasta la muerte, por lo que el que esté fuera del matrimonio católico tiene que hacerse eunuco por el Reino de los cielos, si no puerta ancha = infierno.
7. Muerte, juicio, infierno o gloria ha de tener siempre presente un cristiano en la memoria. Vivamos bien nuestra vida cristiana, que sea nuestra vida un Evangelio para el prójimo, y serán buenos los tiempos para nuestro prójimo y camino de salvación para nosotros. Pues, sólo hay dos caminos: el de Vida (Cristo-Puerta estrecha de acceso al Cielo) o el de Muerte (Satanás-Puerta ancha de acceso al Infierno).
Por lo demás, post actual y necesario. Recuperar la senda del Señor para preparar su vuelta.
Su Ave María, padre.
Realidad segura pero ¿cuándo volverá Cristo en gloria y majestad? No sabemos. También el infierno es una realidad segura.
Lo que sabemos es que nuestra muerte y nuestro juicio particular están a la vuelta de la esquina. Lo que yo sé es que mi muerte y juicio particular están próximos, unos años, unas pocas décadas a lo sumo. Un pensamiento saludable que, con el tiempo, cada vez se hace más presente.
Es lícito lapidar a la adúltera, pagar tributo al Cesar, son muchos los que se salvan.
Jesus no contesta al cuántos, que era la pregunta. Algo dice de los de cuáles, pues habla en segunda persona del plural y, según explicó el sacerdote que presidió la misa a la que asistí, y de los que lo intentan con sus solas fuerzas, los excesivamente legalistas.
Lo que está claro que Jesús pide que intentemos entrar por la puerta estrecha.
Según este celebrante creyendo en Jesucristo, manteniendo la salvación que Jesus nos consiguió con su muerte y resurrección imitandole, amando como Él nos amo. Porque la salvación es un don que se nos ha conseguido, que se nos ha regalado.
Que debemos mantener, esforzándonos.
"Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, especialmente cuando hagáis un sacrificio: "Oh, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por las ofensas cometidas contra el Inmaculado Corazón de María"
(La Virgen en Fátima, 1917).
¡Ave María!
Si tomamos su tesis, entonces Cristo vino a fundar un club privado de salvación con plazas limitadas, y el resto de la humanidad era simple relleno para engordar las estadísticas del infierno. ¡Vaya plan pastoral tan “motivador”! Casi suena a anuncio de lotería: “Juegue, pero recuerde, lo más probable es que pierda”.
Pues no, señor Cabanillas. Yo me quedo con las palabras de Cristo, que habló de vida eterna, de manos que no arrebatan y de una voluntad divina que busca salvar, no condenar.
Con todo respeto, permítame expresar una seria dificultad con la visión que usted sostiene acerca de que la mayoría de las almas se condena. Nuestro Señor Jesucristo, en repetidas ocasiones, dejó claro el corazón de la voluntad del Padre:
«La voluntad del que me ha enviado es que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día» (Jn 6,39).
«Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano» (Jn 10,28).
«Así también, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños» (Mt 18,14).
Si Cristo, que gozó de visión beatífica, conocía perfectamente el destino eterno de las almas, ¿qué sentido tendrían estas afirmaciones si realmente la voluntad del Padre fuera permitir que la mayoría se pierda? ¿Acaso las palabras del Señor serían un consuelo ilusorio o un recurso retórico vacío?
Creo firmemente que estas promesas deben tomarse en toda su seriedad y literalidad. No estamos ante un mensaje ambiguo, sino ante la revelación del amor insondable de Dios que “quiere que todos los hombres se salven” (1 Tim 2,4).
Por ello, sostener lo contrario no solo debilita la confianza en la misericordia divina, sino que tergiversa el sentido mismo de la Redención.
Y que no falte la "reductio ad Hitlerum" .... en boca del obispo de Radio Maria.
Pobre Fernando Cavanillas
«Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano».
¿En qué quedamos entonces? ¿Acaso no dijo el mismo Señor que sus ovejas no se pierden jamás? Si reducimos el Evangelio a una lectura literalista y pesimista, habría que aceptar que todo el que escucha a Cristo, todo el que le sigue, absolutamente ninguno, podrá ser arrebatado de su mano.
De ahí que insistir en la tesis de que “la mayoría se condena” no solo sea teológicamente frágil, sino que además choca frontalmente con estas afirmaciones solemnes de Jesús. Si tomamos en serio su Palabra —y no la diluimos en interpretaciones selectivas—, la esperanza pesa más que el miedo.
Aquí, Jesús está orando al Padre por aquellos discípulos que ha escogido como fundamento de la Iglesia. En ese sentido, el “cuidado” y la “custodia” se refieren directamente a los apóstoles, y el único que se perdió fue Judas.
Pero… ojo , la oración de Jesús en Juan 17 no se queda restringida solo a los Doce. Justo después (Jn 17,20) añade:
«No ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por medio de su palabra».
Esto abre la interpretación: lo que Jesús declara sobre guardar y custodiar a los que el Padre le da, se aplica de modo ejemplar a los apóstoles (como primera comunidad), pero se extiende a toda la Iglesia, a todo creyente verdadero. Y según la doctrina, también entrarían aquí aquellos que se salvan sin haber conocido a Cristo inculpablemente
En resumen:
Sentido inmediato: los apóstoles (excepto Judas).
Sentido ampliado: todos los creyentes a lo largo de la historia que “el Padre entrega al Hijo”.
Así lo interpretan muchos Padres de la Iglesia y comentaristas católicos: es una oración universal, pero comienza por los apóstoles como núcleo.
¿Y la de Herodes, a quién Cristo ni se dignó dirigirle la palabra por la corrupción del alma de Herodes?
Por favor, La Fé y las obras salvan, y la falta de Fé y las malas obras son las que nos condenan. No es Dios quién nos condena sino nosotros por nuestra nula fé y malas obras.
¡Ave María!
Creo que voy a leer a San Leonardo: el pequeño numero de los que se salvan.
Es evidente que los genocidas no arrepentidos y con propósito de enmienda no pueden hallarse en la Gloria. Es de sentido común. Los que enumera a título de ejemplo San Pablo, tampoco. Pensemos...
Una cosa más. Veo que hay una polarización Cielo / Infierno. Me sorprende en personas que presumen de conocer la doctrina y el catecismo, porque el catecismo también habla del Purgatorio y todo el mundo parece olvidarlo. Es un simple recordatorio.
Sí hay polarización Cielo-infierno. Claro que existe el purgatorio, pero antes de ir a él hay que haberse salvado. Es un estado intermedio, no un fin último en sí mismo (nadie va al purgatorio para siempre). El hecho de ir al purgatorio, donde todos iremos (si es que nos salvamos) exceptuando los santos de gran talla y los mártires que mueren por la fe, ya indica que nos hemos salvado, y que es cuestión de tiempo llegar al Cielo, verdadero destino de todos los salvados, sí ó sí. Por eso hay polarización entre salvarse ó condenarse eternamente, entre ir al Cielo ó al infierno.
Es por eso que existe la frase tradicional, de siglos, que a modo de poema nos recuerda los novísimos: "Ten cristiano en tu memoria, muerte, juicio, infierno o gloria", para que podamos recordar con una sola frase la Verdad católica de los novísimos. El purgatorio se sobreentiende, si te salvas debes antes purificarte y limpiarte de cualquier traza de pecado, porque ante Dios nada impuro puede permanecer.
Nosotros no somos como los herejes cismáticos ortodoxos, que no creen en la Verdad del purgatorio (la Iglesia Ortodoxa no tiene la doctrina del purgatorio como un lugar o estado específico de purificación con fuego, aunque recen por la mayor santificación de los difuntos), nosotros creemos en la Verdad del purgatorio, que clarifica tantas cosas y que es una realidad que no podemos esquivar ni rechazar, y que además es una creación de Dios maravillosa que nace según muchos santos de la Misericordia de Dios, que por su infinita bondad nos permite limpiar nuestra alma antes de gozar de Él plenamente en la eternidad, porque con la más mínima mácula en nuestra alma no podemos estar junto a Dios en Su Gloria.
Conozco perfectamente la doctrina sobre el Purgatorio. Únicamente he dicho que nunca se habla de él.
Modernistas postconciliares abstenerse, porque puede hacerles convulsionar.
Dejémonos de elucubraciones sin sentido y esforcemonos en entrar por la puerta estrecha.
Pues no se trata de que abvirtamos a otros, les metamos miedo o les amenacemos con la estrechez de la puerta, lo que Jesús nos manda es que nos esforcemos nosotros.
Pudiera ser que nosotros nos veamos mas delgados de lo que en realidad estamos.
Puede ser interesante fijarse en Mateo 23.
13.-Ay de vosotros que cerráis a los hombres,el reino de los cielos. Vosotros ciertamente no entráis, pero impedis el paso de los que estan entrando.
23.-Ay de vosotros que pagáis el diezmo de la menta, el eneldo y el comino y habéis descuidado lo más importante de la ley: La justicia, la Misericordia y la Fe. Esto es lo que había que practicar aunque sin descuidar aquello. Guías ciegos, que colais el mosquito y os tragais el cabello.
Es verdad que a algunos les molesta hablar del infierno y también a otros les molesta hablar de Misericordia.
Bromas aparte, muchos de los que con tanta pasión defienden la existencia del Infierno suelen pensar que son otros los que van a ir. Deberían preocuparse por su propia salvación.
Ok, perfecto... coincido plenamente, hay que hablar mucho más del purgatorio, sobre todo porque si no se le hurta a muchas familias el rezar por sus seres queridos. ¡Cuántos funerales no he asistido yendo a Misa entre semana y he tenido que escuchar "vuestro abuelo-padre-amigo ya está en el Cielo"!, incluso "él-ella pedirá por nosotros en el Cielo! (ya el colmo).
Así que de acuerdo al 100%, hay que recordar mucho más la existencia del purgatorio, sobre todo para que muchísimas familias comprendan lo increíblemente importante que es rezar por sus seres queridos fallecidos, porque lo necesitan imperiosamente, y es mucho más que darle un vaso de agua fresca a un sediento en el desierto.
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