Entre el hematoma costal y la lupa cenital

Hace años, un amigo, hablando de un cardenal de cuyo nombre no quiero acordarme, decía: “eso no es un cardenal, es un hematoma". Pero no quiero hablar de esos hematomas, sino de los habituales, es decir, de los que podemos considerar contusiones o magulladuras. 

Servidor escribe entre la magulladura costal y la lupa cenital.

Contusiones costales casi me llegan a diario en forma de llamadas, correos, guasapes y corrillos clericales. Oye, ¿has visto la carta el P. James Martin? Podías escribir algo… Claro que he visto la carta de James Martin, la audiencia a la  Caram, lo de los seminarios de Badajoz y Almería, las ordenaciones de Cartagena, las cosas de los obispos catalanes, la rueda de prensa de Argüello, el aniversario de la ordenación sacerdotal de Benedicto XVI, las bodas de plata episcopales de Fidel Herráez y César Franco, el aniversario de la JMJ de Madrid… Precisamente información es lo que más hay. 

Cada sugerencia para escribir de ciertas cosas viene acompañada por un codazo en el bajo costillar y una sonrisa cómplice. Harto estoy de laicos, y sobre todo curas, que mucho bla, bla, bla por lo bajinis pero que a la hora de la verdad se callan como difuntos. No solo se callan, sino que los mismos que te piden que escribas o digas, el día que dices se callan y no apoyan. Más aún. Los mismos que te hablan de una cosa, cuando la dices en público ¡defienden la contraria! Eso sí, dejando claro que tú ánimo, que te apoyamos muchos, que por supuesto estamos callados en público. Lo de siempre. 

Viejo como la tos. Más conocido que la pulga de la Chelito. Más sabido que el padrenuestro de antes. La vieja pretensión de que dé la cara otro al que no solo no se apoya, sino que encima se le dice deslenguado por escribir comedidamente lo que los otros sueltan entre exabruptos. 

Y en cuanto a lo de deslenguado sí he de decir alguna cosa. O mejor dos o tres. 

1. Jamás he hablado de cosa alguna que no fuera notoria por haberse publicado en medios de información religiosa. 

2. Creo que nunca haya escrito nada en contra de la fe, la moral o la disciplina eclesiástica.

3. Que si sigo escribiendo a pesar de los codazos y la lupa es porque mucha gente lee mis cosas y muchos, incluidos obispos, me lo agradecen de corazón.

4. Que siendo muy serio en lo que digo, no sé expresarlo en serio, y que hoy La Codorniz no aguantaría dos semanas. 

5. Que constantemente se habla de libertad de expresión en la Iglesia, pero que a la hora de la verdad se vigila mucho por la cosa de “la comunión".

6. Que me estoy pasando, que iban a ser solo dos o tres cosas.