Misas mudas
Aunque nos diera un ataque de nervios.
Imaginen la propuesta. Durante un mes, por ejemplo, que los sacerdotes decidiéramos celebrar utilizando únicamente los gestos. No digo solo quitar moniciones y morcillas, que eso ya por descontado, sino que TODA LA CELEBRACION se haga en completo silencio.
Los sacerdotes corremos el grave peligro de trivializar los gestos y, a cambio, rellenar las celebraciones de verborrea inútil, absurda, teológicamente demasiadas veces herética, cansina e incapaz de salir de los lugares comunes. Por eso propongo lo del silencio. Para que nos toque el esfuerzo de marcar tiempos, signos, realidades y el núcleo de la eucaristía simplemente con gestos.

Del todo. Conde-Pumpido, de los nervios. Las feministas, aterrorizadas. No es para menos. Lo que más temían, acaba de suceder. Y es que la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española, ante la sentencia sobre la Ley del aborto del Tribunal Constitucional,
Me declaro enemigo acérrimo de introducciones y moniciones. Salvo alguna excepción del todo extraordinaria, organícese en cada parroquia el comando MNG, moniciones no gracias, que vele por la desaparición total de toda introducción, exhortación, preámbulo, preludio, admonición o recordatorio. Me lo agradecerán.
Era un viejísimo truco que D. Luis María Ansón empleaba cada vez que necesitaba una disculpa para dar algún tipo de información:





