Dudas blogueras
No se crean que es fácil mantener un blog abierto y con una cierta repercusión, aunque no sea mucha. Un blog que a la vez sea interesante, curioso, fácil de leer, fiel a la doctrina, crítico en algunos momentos, capaz de suscitar reflexiones, de orientar y animar. Y miren que lo intento. Pero es que escribas lo que escribas la respuesta siempre acaba siendo múltiple.
Uno tiene sus incondicionales, tan buena gente, que casi digas lo que digas te aplauden. También los hay parcos en su forma de asentir, pero que básicamente están de acuerdo con lo que servidor suele exponer. Los hay que directamente así lo expresan en sus comentarios y los hay que me lo hacen saber por otros medios. La realidad es que son muchos los laicos, religiosos, sacerdotes, obispos y hasta algunos cardenales los que me animan y agradecen la labor que se hace. Es más, hace no mucho, un obispo de allende los mares me animaba diciéndome que hay cosas que se deben decir pero que los obispos no siempre deben hacerlo, y que eso me toca a mí. Que no me canse. Vale. Es una opinión que agradezco mucho. De los que más ánimo recibo es de sacerdotes.

Hace ahora un año del cambio de párroco en la parroquia de Conchita y Fede, un matrimonio conocido de hace años y muy colaboradores en su comunidad, hasta el punto de estar los dos metidos en los consejos parroquiales. Recuerdo que les pregunté por el nuevo cura y no me gustó su cara.
Es que se ríen de nosotros, nos hacen pipí en la boca y se lo agradecemos como si fuera champán francés.
Ocurrencias de un servidor en tiempos de coronavirus. La verdad es que han sido semanas terroríficas. Ahora ya vamos asomando la patita fuera de casa y cualquier pequeña libertad que se nos concede es un alivio enorme.