Un magnífico cáliz en La Serna del Monte

“Ferdinandus VII Hisp. el Ind. regi regum obtulit".
“Siendo patriarca de las Indias el Ecmo. Sr. D. Antonio Allue y Sesé, limosnero mayor de S.M. Año de 1826″. Esto lleva inscrito alrededor de su pie. En la base, el escudo de España rematado con la corona real y con cuatro cuarteles que representan Castilla y Leon y el reino de Granada.
Es decir, que parece un regalo del rey. El escudo lo confirma.
No sé el tiempo que llevaba escondido en un altillo de la sacristía. El caso es que un servidor llevaba poco tiempo en La Serna cuando decidimos echar un vistazo a ver qué nos encontrábamos por ahí arriba. Entre otras cosas, apareció un espléndido estuche de cuero dentro del cual se hallaba esta preciosidad. Algo se sabía, pero al final es lo de siempre: “Pues el caso es que aquí me suena que teníamos un cáliz antiguo, que dónde habrá ido a parar". En esta ocasión no se había marchado muy lejos.

Si. Eso afirma Jesús Bastante en su última deposición en Religión Digital. Osoro, Omella, Bernardito, la Congregación para los obispos, la conferencia episcopal española e incluso el papa Francisco no son más que una panda de inútiles. Lo dice él.
Era vieja diversión en los pueblos ofrecer una sonora cencerrada en su noche de bodas a los viudos que volvían a contraer matrionio. Los mozos se ocupaban de montarse una juerga a costa del pobre viudo. Bebían, comían y bailaban mientras hacían sonar los cencerros al grito de “¡que siga la cencerrá!".
Los post que abordan el tema de la liturgia suelen ser post especialmente leídos y comentados. Eso quiere decir, es evidente, que los fieles son conscientes de que en la liturgia nos jugamos mucho y por eso se preocupan. Resulta además que los supuestos desmanes eclesiales donde llegan realmente a los fieles es en la santa misa, porque otras cosas apenas se siguen, pero lo de ir a misa es lo de todos de cada domingo y, muchas veces, de cada día.
Estamos en esa época en la que está de moda lo de preguntar al pueblo. A las bases dirían algunos. También seguimos viendo manifiestos, escritos, declaraciones. Y, por supuesto, nos preocupa y mucho lo que digan los medios de comunicación. Esto es normal en muchos sitios y me temo que en la Iglesia no nos es ajeno.