Once monjas, once (y las miles que no hicieron huelga)
Llevamos días en los que se ha hecho famosísimo un video en el que once religiosas españolas hacen propaganda feminista y a favor de la huelga y la manifestación de hoy en favor de los derechos de la mujer.
No sé cuántas veces lo pondrán en la tele y lo sacarán los diarios. Once monjas, once, como en los mayores y más típicos festejos, extraordinarios, eso sí, como el de hoy, por eso más de seis, de la prestigiosas ganaderías de la progrez y la más rabiosa modernidad, encaste podemos, que serán acompañadas en su lucha por toreros y toreras, banderilleros y banderilleras de reconocido prestigio: Lucía de la Pampa, Teresa de los forcados portugueses, Ángel el pacífico, Jesusín el Asaz, José Manuel de la clerecía, así como de una nutrida compañía de monosabios y monosabias, picadores y picadoras, puntilleros y puntilleras de valor demostrado y hombría y mujería fuera de toda duda y dudo.

Hay cosas que se las paso directamente a Rafaela. Mayormente porque ha dado muestras más que sobradas de sentido común y porque uno, en ciertas cosas, va con demasiados prejuicios. Parece mentira que siendo uno de pueblo, y párroco de pueblo, esté tan poco sensibilizado con la cosa de la ecología. O quizá precisamente por eso. Vaya usted a saber.
La diferencia entre toro manso y toro bravo es facilita. El manso ante el castigo, ante las dificultades, se echa atrás y se acula en tablas. El bravo se crece en el castigo, pelea más, se va al centro de la plaza y dice: aquí estoy yo. Esto es lo que los taurinos llaman “venirse arriba”: se crece en la dificultad, saca fuerzas de flaqueza, responde a la llamada del torero y se entrega en cada pase.
Es el primer globo sonda que han soltado de cara al sínodo sobre la Amazonia previsto para este próximo octubre. Elemental, querido Watson. La descristianización de Hispanoamérica (no me da la gana escribir América Latina) se produjo por el celibato y el pan de trigo.
Es la impresión que tenemos todos con alguna excepción del todo excepcional. Nos estamos quedando sin gente. Basta preguntar a los sacerdotes por sus parroquias y lo vemos todos. Menos gente en misas, disminuyen los bautizos, las bodas por la iglesia reducidas a mínimos. Es lo que hay. En España, que todavía nos defendemos, aunque sea como gato panza arriba. Mirar a Europa, por ejemplo a Holanda, da miedo. En los últimos años se vienen cerrando un templo católico por semana. No parece mucho mejor la situación de Alemania. Tampoco en Hispanoamérica están como para tirar cohetes.
        




