Respetuosos o soplagaitas
Hay noticias que uno necesita releer varias veces para comprobar que no está colgada en una de esas páginas expertas en inventar cosas curiosas. Tristemente, la realidad acaba superando a la ficción también, incluso, sobre todo pareciera, en las cosas de nuestra Iglesia.
No sé si se trata de templos católicos o protestantes, en cualquier caso templos cristianos. La noticia, ofrecida por Protestante digital, viene a decir, en resumidas cuentas: “Las cruces, juntamente con el resto de simbología cristiana, será retirada o escondida de las iglesias en Escocia durante los servicios funerales para no ofender a ateos y no cristianos. Ha habido ocasiones en que, a petición de los solicitantes, se han tomado medidas para eliminar u ocultar la cruz durante la vigencia del servicio”. Sigue el esperpento: “también ha habido quejas por la presencia de Biblias y de libros de oración en los asientos antes de los servicios funerarios”. Hasta aquí la noticia.

La pregunta que uno se hace y que tantos se hacen. Si merece la pena mantener un blog de temática religiosa y, más aún, el sentido del blog y hasta el sentido de las páginas religiosas católicas en internet.
Tengo la impresión de que seguimos sin ser del todo conscientes de la fuerza que hoy tienen las redes sociales y las nuevas formas de comunicación. Ante cualquier cosa, la que sea, cualquiera con su teléfono hace fotos, saca videos, graba y difunde, de tal modo que la chorrada de mosen Joan en la liturgia, la frase desafortunada de monseñor Fulánez, la compañía inconveniente de fray Gerundio o la pseudo misericordia de sor Veneranda, a los cinco minutos han recorrido los cinco continentes. Basta una foto de móvil hecha a traición de cualquier documento y ya la hemos liado. Hasta las conversaciones más privadas a través del móvil han salido fotografiadas en redes.
No se me pongan tiquismiquis, que ya me los conozco. Yo sé perfectamente lo que es el órgano, la música sacra y la preeminencia del gregoriano y la música coral. También conozco suficientemente el calendario litúrgico. Pero también sé lo que es celebrar la fiesta en un pueblo con poco más de cien habitantes, presupuesto más que justo y templo parroquial casi derruido del todo en la guerra civil.
Tras unos días en los que circunstancias ajenas a mi voluntad no me han permitido seguir escribiendo, aquí estamos de nuevo en contacto con tantos amigos de Infocatólica.





