Reflexiones desde La Serna del Monte en estos días tristes
Ayer tarde acabamos con las fiestas de La Serna, o las fiestas de La Serna acabaron con nosotros. Cinco días de encuentro, amistad, alegría… y fe, que de eso hubo y mucho.
Lo estrictamente religioso, el culto, podemos decir que se concentró especialmente en sábado, domingo y martes. El sábado, misa de acción de gracias por el año pasado, el domingo misa de la Virgen del Socorro, seguida de la procesión con la Virgen y San Agustín por las calles de la localidad, y el martes, solemnidad de San Agustín, patrón de la localidad, misa a las 13 h. y procesión por la tarde, también con las dos imágenes.

No podemos seguir así. Llevamos semanas, meses, con las supuestas miserias de la Iglesia abriendo no ya portales de información religiosa, sino informativos de radio y televisión y todo tipo de prensa. Es agotador. He perdido la cuenta de los días, las semanas.
“Socio” y un servidor damos paseos y hacemos excursiones. Le encanta el coche y basta abrir la puerta para que, de un salto, se introduzca en su bolso de viaje dispuesto a hacer kilómetros.
Mala cosa es andar por la vida dejándose uno llevar por filias y fobias, especialmente si uno es o pretende ser periodista. Mal negocio.
Y cada vez más. Porque si es verdad que los curas a veces pareciera que andamos medio locos (me he levantado generoso), se supone que alguien debería exigirnos sensatez.





